La democracia es un derecho social que la izquierda ha conquistado después de décadas de derramamiento de sangre, peligro corrido, encarcelamientos y persecución. Ciertamente, incluso en estos tiempos, el derecho de los pueblos para ejercer su voluntad está todavía limitado por las desigualdades sociales, económicas y culturales inscritas en nuestra sociedad.
También es cierto que el Estado comete errores, tiene fallas estructurales y agentes corruptos que entorpecen el ciclo democrático. No obstante, en los últimos seis años, nuestro país ha avanzado en pasos de gigante para consolidar una sociedad más justa, donde todas las personas tengan una voz igualmente escuchada, validada y poderosa ante los asuntos públicos.
En 2018, luego de dos fraudes electorales sufridos, finalmente rompimos el techo impuesto por la oligarquía mexicana y conquistamos, si no el poder en el conjunto de la sociedad, el ejercicio del gobierno por un sexenio.
Durante el periodo presidencial de López Obrador, nuestro movimiento ha sido guiado por él mismo para combatir no sólo desigualdades generadas por las ineficiencias del Estado, sino también a los desequilibrios de poder ejercidos por los poderes fácticos.
Esos mismos poderes; los grandes medios corporativos nacionales e internacionales, algunos de los grandes consorcios industriales auspiciados por países extranjeros, que hacían negocio con las riquezas mexicanas, y el sector más anquilosado de la oligarquía mexicana, hicieron campaña permanente estos años.
El oprobio mayor, sin duda alguna, fue la campaña desatada en redes sociales luego del primer debate, momento en que la candidata de la derecha lanzó acusaciones criminales e infundadas en contra de nuestra compañera Claudia Sheinbaum. Pero ese último golpeteo, coletazo desesperado de los partidos de oposición, fue en realidad la cereza del pastel de seis años de calumnias e infamias.
La última palabra, no obstante, la tuvo el pueblo de México en las urnas, este 2 de junio. El veredicto popular es incontestable, aunque tanto trabajo le haya costado a la derecha admitirlo. Tras seis años de gobierno del presidente López Obrador, y con Claudia Sheinbaum encabezando la propuesta de continuidad con cambio de la 4T, nuestro movimiento obtuvo más votación porcentual y nominal que en 2018.
Además, el bloque de Morena-PT-PVEM tendrá mayoría calificada, más de dos tercios de los asientos en la Cámara baja. Para tener esa cifra en el Senado nos harán falta alrededor de tres asientos, lo que significa que la operación política para hacer modificaciones a la Constitución será mucho más fácil.
Nuestro movimiento tiene el mandato de gobernar otros seis años, profundizar el proceso de cambio que comenzó López Obrador y hacer justicia al pueblo mexicano, que tantos años ha sufrido del embate económico, social, político y cultural de la derecha.
POR JOSÉ NARRO CÉSPEDES
COLABORADOR
@NARROJOSE
PAL