Si algo define el futuro inmediato de México, esto es la forma, el grado y los alcances con que seamos capaces de aprovechar la oportunidad de desarrollo que brinda al país el fenómeno de relocalización de empresas ya bien conocido como el nearshoring.
Y no es que pensemos, ni remotamente, que la dimensión social, igual que la ambiental, territorial, urbanística, educativa, tecnológica y económica en general no sean fundamentales, de ninguna manera. Lo que sostenemos aquí, es que tomar este vector de la dinámica de un progreso integral y equitativo como propósito nacional para el próximo sexenio, permitiría alinear el conjunto de dimensiones que inciden en los indicadores fundamentales del bienestar de cualquier país a mediano y largo plazo: producto interno bruto, distribución del ingreso, participación de la masa salarial en la riqueza nacional, y desarrollo regional y humano.
Se ha escrito mucho ya respecto al fenómeno del nearshoring, desde muy distintas perspectivas. La preocupación más generalizada entre agentes económicos y analistas va en el sentido de hacer ver, que si no se satisfacen los requerimientos de infraestructura que demandan ya las nuevas inversiones -particularmente la energía, el agua, las comunicaciones, las instalaciones logísticas, la conectividad-; si no se logra mejorar el clima de seguridad -jurídica, pública, en carreteras-; y no se prepara la mano y mente de obra especializadas que demandará la ola de industria, comercio y servicios que viene formándose, será poca o de baja calidad la inversión que se concrete los próximos años.
Ello medido en valor agregado, encadenamientos productivos, integración regional y puestos de trabajo bien remunerados.
Lo que no se ha expuesto, analizado y previsto mínimamente siquiera, es que la relocalización de inversiones a nuestro territorio demandará dos factores estratégicos en más de un sentido: suelo apto para usos productivos -no sólo, ni necesariamente, parques industriales- y vivienda accesible en precio, habitable en sus características y con acceso a los servicios urbanos básicos: educación, salud, recreación, abasto y movilidad.
Muy recientemente el Infonavit organizó el Foro Nearshoring, desarrollo económico y transformación de las ciudades, donde se revisaron las experiencias internacionales más notables (como el de India, principal competidor para México), quedando claro que la cuestión de la vivienda depende estrechamente de la forma en que se organicen desde los gobiernos nacionales los mercados laborales, evitando su fragmentación.
Se expuso así el caso del sudeste asiático, donde se ha llegado al extremo de construir grandes inmuebles para el hospedaje de trabajadoras y trabajadores, que ahí habitan la semana laboral, trasladándose los días de descanso a las ciudades en donde tienes su verdadero hogar. ¿Queremos un modelo como este para la sociedad mexicana del siglo xxi?
El Sector de los Trabajadores no lo piensa así, en absoluto. Para ello está decidido a participar muy activamente en la definición del futuro de la vivienda obrera en México, que no es otra cosa que su propio futuro, proponiendo diversas estrategias, políticas y acciones que pueden hacer que el Infonavit contribuya a construir un porvenir más digno, más humano y más sostenible.
Maestro Mario Macías Robles
Director Sectorial de los Trabajadores
@MarioMacíasRobl