Apuntes De Guerra

Lo que nos espera

Un candidato como Trump, sujeto a procesos judiciales y que podría terminar vencedor siendo condenado y preso, no tiene nada que perder

Lo que nos espera
Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Por si no bastara con todo lo que implica para nuestro país el proceso electoral del próximo 2 de junio,  deberíamos estar ya alertas a lo que se viene en noviembre cuando nuestro vecino incómodo celebre su propia jornada electoral para llevar de nuevo a la Casa Blanca ya a su actual inquilino, Joe Biden, o al anterior, Donald Trump. 

No es poca cosa lo que está en juego en México, la continuidad o reversa de un proyecto político que genera intensas opiniones a favor o en contra, que ha tenido indudables aciertos e igualmente innegables errores y desviaciones, que ha visibilizado muchas de las fracturas que atraviesan a nuestra sociedad sin necesariamente sanarlas, y que ha dejado muy clara la opción binaria que tienen frente a sí los votantes: continuidad o reversa, blanco o negro, el bien o el mal.  

No es que la oposición ofrezca una visión muy matizada: el planteamiento es igualmente binario y contrastante, solo que parte de premisas absolutamente a la inversa, en que todo es también blanco o negro y quien piense distinto es merecedor del oprobio.

Así, gobierno y oposición se encuentran en sus respectivas antípodas y desde ahí se tocan, arropados respectivamente en la superioridad moral y la descalificación del contrario. Pierden por supuesto el dialogo y el debate políticos, pierde la civilidad, y pierde por consecuente la ciudadanía. Pero eso a los partidos y los candidatos parece darles igual. 

Tan lamentable como es lo antes descrito, palidece frente a lo que se avecina en EEUU, donde la conversación pública no solo es binaria sino francamente primitiva y muchas veces violenta. Un candidato como Trump, sujeto a numerosos procesos judiciales y que bien podría terminar vencedor siendo condenado y preso, no tiene nada que perder y se comporta en consecuencia.

Avisa que no reconocerá un resultado que le sea adverso y amaga con un “baño de sangre”, con la agravante de que eso ya sucedió una vez. La repetición no sería esa mezcla de farsa y asonada que se intentó el 6 de enero de 2021, esta vez pocos dudan de la violencia que acompañaría a una derrota en las urnas. Si pierde Trump, la democracia más rica y poderosa del mundo estaría gravemente amenazada. 

Hace ocho años Trump hizo campaña tomando a México y a los mexicanos como su piñata favorita. Le funcionó electoralmente y solo se moderó gracias a los esfuerzos y abnegación (uso la palabra sin ironía ni sarcasmo) de los presidentes Peña -quien logró capotearlo- y López Obrador, que logró una relación razonablemente  positiva con un hombre irracional e impredecible.  

Si gana de nuevo Trump, y es muy probable que lo haga, tocará a la próxima presidenta de México lidiar con él en su modalidad recargada e iracunda. Nadie sabe bien a bien en lo que consistiría la agenda de Trump, pero todos los analistas serios coinciden en que tendría un hilo conductor: el resentimiento.  

Y si eso sucede, entonces nuestra enojona clase política tendrá que aprender a anteponer el interés nacional a sus agendas particulares. Si no lo hacen, a todos nos cargará ya saben ustedes quien.  

POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS

GGUERRA@GCYA.NET  

@GABRIELGUERRAC

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