Asistimos en tiempo real a diversos acontecimientos que, por un lado, resultan fascinantes y, por el otro, nos dejan helados. Después de décadas de relativa “calma” geopolítica, el mundo está inmerso en un espiral peligroso y más profundo que en los ayeres de la Guerra Fría; y no sólo por los efectos tras la pandemia de Covid-19, hay algo más. Los acontecimientos globales recientes se entienden mejor como síntomas de una crisis de credibilidad.
Ante lo evidente de que ninguna potencia está dispuesta y sea capaz de defender por sí sola el orden internacional, y que las grandes potencias, además, se niegan a cooperar para hacer lo mismo, el sistema internacional está perdiendo credibilidad.
Este fenómeno global, a su vez, atenta contra la estabilidad geopolítica y propicia incertidumbre que diversos actores (desde Estados competitivos y oportunistas hasta criminales —usted ya sabe a quiénes me refiero—), aprovechan.
Las interacciones entre Estados dependen de las percepciones de poder, que se correlacionan con las evaluaciones de credibilidad. “Credibilidad” significa, si se confía o se cree en alguien o algo. Lo mismo se aplica a los Estados, especialmente a las grandes potencias y a los organismos internacionales. Si un mandamiento carece de credibilidad, sus detractores dejan de respetar las reglas y convenciones establecidas.
Aún cuando los Estados Unidos han sido la principal potencia mundial hasta ahora, esta supremacía ya no es tan evidente. Es palpable el intento por equilibrar el poder, marcado por el ascenso de China y fomentado por la creciente brecha entre los compromisos globales de Estados Unidos y su voluntad y capacidad para cumplirlos.
La credibilidad de Washington es a la baja. Lo mismo su liderazgo militar, el cual, se ha reducido en la región del Indo-Pacífico con el rápido fortalecimiento y modernización de China. Ante esto, aunado a las guerras en curso en Europa y Medio Oriente, la pregunta es ¿qué hará Washington si se materializara una crisis en Taiwán?
Sin duda, el origen de la crisis de credibilidad de Estados Unidos deviene no sólo en sus decisiones de política exterior, pero, principalmente, de su profunda división y disfunción social interna.
Por desgracia, el resultado más claro de esta crisis de credibilidad es la erosión de la cooperación internacional ante los desafíos más urgentes: la paz y el desarme; la hambruna; el desarrollo humano; la migración forzada y la esclavitud moderna; el cambio climático; las tecnologías disruptivas; y un largo y profuso etc.
Hoy, ante la inestabilidad en Oriente Medio, la guerra en Ucrania, las tensiones en el Mar de China y los cambios tecnológicos en curso que están moldeando nuestro mundo de maneras que apenas empezamos a comprender, nos enfrentamos a las situaciones geopolíticas más inestables e inciertas en décadas. ¡Abróchense los cinturones!
POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
@DIEGOLGPN
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