Desde que el Cruz Azul empezó a ganar, hasta sus seguidores sienten que son otro equipo, pero se siguen quejando… Todo les duele, todo es una injusticia, todo tiene que ver con los tiempos del ausente don Guillermo Álvarez, quien está más que alejado y olvidado de lo que pasa con el equipo, pero…
Pero como no había a quien echarle la cupa de lo que pasaba con el equipo, todos los periodistas que actúan como porristas de la Máquina, los seguidores, y los “busca-likes”, volteaban y al más puro estilo de “tengo otros datos”, se quejaban de que muchos años después, todas las desgracias del Cruz Azul son consecuencia del expresidente del equipo cementero.
Y cuando “ganaron” el título que les dejó “planchado” Siboldi también se acordaron de él, y salió con una infame actitud un pseudo-periodista a decir que don Guillermo cobraba una póliza a su favor cada vez que el Cruz Azul ¡perdía una final!
Todo tiene que ver con el exdirectivo, aunque no esté presente. Ya lo del sábado pasado en el estadio de la Ciudad de los Deportes fue el colmo. El autogol de Diego Reyes fue la gota que derramó el vaso para que se armara la “cámara húngara”, que más adelante les cuento realmente de qué se trata, y aunque es cierto que hay tomas de televisión que casi-demuestran que el técnico de Tigres le metió una patada a Ditta y que deberían de haberle revertido la roja (lo cual no sucedió) y aplicarle una sanción al uruguayo, nada de eso tiene que ver con don Guillermo.
Ya, salir a quejarse de que “la Comisión Disciplinaria nos ha tratado como se les da la gana desde que se fue Billy Álvarez” me parece absurdo, ridículo, fuera de toda proporción. Y peor aún, publicar fotos del mandamás de la Máquina, Víctor Velázquez, exigiéndole que dé un golpe sobre la mesa con autoridad para enviar un “mensaje de equipo grande” es peor de absurdo.
La Disciplinaria ya abrió una investigación sobre el técnico de Tigres, pero para desgracia colectiva de la afición Azul, a Ditta ya le dictaron tres partidos de suspensión, que aunque los vayan a apelar, ya sentaron el precedente. Y ahora exigir que como a uno lo sancionaron al otro deben de hacerle lo mismo, no tiene nada que ver. En caso de que decidan que las pruebas muestran la culpabilidad de Siboldi, eso ya es otro tema.
Los árbitros en teoría son intocables y Ditta ocupó lo mejor del repertorio vocal que ha aprendido en México y va a pagar las consecuencias. Y seguro Siboldi también, pero no va a ser como un caso de pago-por-ver, de efectos inmediatos, sino hasta que, después de un sesudo análisis, se determine su grado de culpabilidad en la trifulca.
LA CAMARA HUNGARA… Por cierto que la trifulca sabatina no es peor que la que se armó en el Mundial de Suiza 54, donde precisamente participó el equipo de Hungría, venciendo por goleada a Brasil, pero que aunque algunos lo creen no fue lo que dio origen a la expresión de “cámara húngara”…
Resulta que Didí fue fauleado dentro del área y se marcó un penalti y a pesar de eso, Brandaozinho golpeó con fuerza a Higdekuti y la reacción de los húngaros no se hizo esperar, en un instante todos estaban enfrascados en una monumental batalla campal, hubo golpeados, expulsados y, con mucho trabajo, el árbitro restableció el orden.
Al terminar el partido, los brasileños se fueron gritando todo tipo de insultos a los húngaros, pero Puskas, que no jugó por estar lesionado, le atizó un botellazo a Pinheiro, lo que volvió a encender la mecha. La batalla campal se extendió hasta los vestidores quedando varios heridos entre jugadores y directivos de ambos bandos, policías y hasta aficionados…
Aunque, ciertamente, también sobre esta historia existen “otros datos” que ya les contaré en otra ocasión y que se remonta a su verdadero origen, sucedido en la Cámara de Diputados de Hungría a principios del siglo pasado.
Regresando con los azules, la petición es simple, ya dejen en paz a Guillermo Álvarez, aprendan a vivir sin él y a no culparlo de lo que sigue pasando con el Cruz Azul, y aunque empiecen a prometer que tendrán una buena temporada, no se puede olvidar lo que dijo “Murphy” en su famosa ley… “Lo que bien empieza, termina mal… Y lo que mal empieza, termina peor…” Fue Murphy…
POR EDGAR VALERO BERROSPE
PAL