Con las precandidaturas de las dos grandes frentes electorales definidas es momento de echar un nuevo vistazo a los cambios que insinúa el sistema de partidos. La hipótesis que hemos seguido en este espacio es que las consecuencias del triunfo del López Obrador y su partido en 2018 todavía no terminan de manifestarse y que estamos en un periodo de transición cuyo desenlace es todavía indeterminado.
Novedades hay varias. En primer lugar, el Frente Amplio por México (FAM) que aglutina a los tres partidos que desde principios los noventas definieron el sistema político mexicano (PRI, PAN y PRD) ya tiene su primera candidatura presidencial. Se trata de Xóchitl Gálvez, que, aunque reniega de su militancia, se identifica con Acción Nacional.
En los hechos esto significa que por primera vez es su historia el PRI no tendrá una candidatura propia para la presidencia, certificando la crisis en la que lo dejó el gobierno de Peña Nieto, sepulturero del otrora partido hegemónico. La situación que vive el tricolor queda plasmada en la enorme merma de su militancia. Y es que, según el INE, este partido ha visto salir de sus filas a 653,272 de sus afiliados, lo que representa la pérdida de un tercio de su militancia.
Para colmo, la manera en que finalmente se resolvió la supuesta interna del FAM expuso la mediocridad en la que el PRI se acostumbró a vivir. En conferencia de prensa Alejandro Moreno anunció que apoyaba a la candidata del PAN. La ausencia de Beatriz Paredes sólo hizo más dramática la escena. Esto se agrega a la derrota en el Estado de México, las acusaciones a Del Mazo y la ruptura a cielo abierto en aquel importante distrito.
Diversos estudios de opinión le dan al FAP una intención de voto que ronda el 30%. Poco si se considera que el frente reúne a dos partidos de alcance nacional y que hasta 2018 parecían destinados a disputarse la alternancia en el poder. En aquella ocasión el PRI alcanzó poco más del 16% y el PAN en alianza con el PRD y Movimiento Ciudadano alcanzaron 22.2% para sumar en conjunto un total de 38%. Por lo que estaríamos hablando de una pérdida respecto aquella elección.
Para Movimiento Ciudadano la consigna parece ser “a río revuelto, negocio de pescadores”. Y es que la idea de no plegarse al FAP podría tener grandes réditos a futuro. Seguramente no para hacer una elección competitiva, pero si para posicionarse como el segundo partido político más votado luego de Morena.
Son dos las claves para MC en este sentido. La primera es cómo tramita la disputa interna respecto la estrategia electoral. Dante Delgado apuesta por mantenerse a salvo de ese Titanic que es el FAP, mientras que otros sectores, representados por Alfaro y que mira más a la relación de fuerzas en su distrito, apuesta por una alianza que mantenga a raya a la ola guinda de Morena.
Si bien la elección de 2024 parte con Claudia Sheinbaum como clara favorita, también definirá cuestiones importantes relativas al sistema de partidos. Veremos con que escenario se encuentra la que está llamada a convertirse en la primera presidenta de la historia de México.
Adrián Velázquez Ramírez
Colaborador
@AdrianVR
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