MALOS MODOS

Bailando por un hueso

Ok, Martí es un caso raro y sí se le aprecia no diremos que un gran talento para la danza

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Ok, Martí es un caso raro y sí se le aprecia no diremos que un gran talento para la danza, pero sin duda cierto saber hacer. Vaya, que ha tomado clases, o se ha echado unos tutoriales (“Bailar como el pueblo en actos públicos”, supongo). Lo digo por el video del otro día en el que se le ve, en Iztapalapa, en inauguración con la alcaldesa, dando unos pasos carnavalescos por la calle, en festiva procesión, por una parte, y luego ya de plano en la onda de evolucionar por la pista en plan “Claro que puedes congeniar el espíritu del comisario político y el de Resortes”. El problema es que no se puede.

Entiendo que ser el jefazo de los destinos chilangos obliga a ciertas concesiones de cara a la galería, pero mi Martí, francamente, no se ha distinguido por su chispa o su simpatía, y se le nota. El video es inquietante: ¿me muevo como en película de ficheras pero mantengo la mirada helada de te me vas a ir al Gulag? Híjole…

No es el de Martí el caso más discutible de “Bailando por un hueso” o “The Fourth Transformation’s got Talent”. El otro que se lanzó a incendiar la pista fue mi Marcelo, que bueno, tampoco es exactamente que haya marcado su carrera con el espíritu del Salón México, y vimos lo que pasó: esas manos alzadas al cielo como a las 4:00 AM en la boda de tu sobrina, cuando te pasaste de la dosis de piña colada, justo después de “El venao” y mientras el cuerpo se pone listo para “Macarena”.

Tampoco pudimos decir “esto, claramente, es lo suyo” cuando a Claudia Scheinbaum la pusieron a sacarle el polvo al piso con una polka necesariamente hiperquinética, y la neta es que cómo culparla. Sobre todo, está el problema del doctor Monreal. En serio, doc: ¿por qué se marcó ese helicopterazo, con los brazos extendidos y el cuerpo en no muy acelerado spin? Sugerencia: nunca, nunca, te lances a promover tu imagen con cualquier cosa que nos remita a Winnie Pooh en lo de “La gimnasia que hago yo”. Para no hablar de doña Layda. Ya sé que el baile puede ser una manifestación del erotismo, pero tampoco es obligado, ¿eh?

Los dos que sí le bailan son los tlatoanis: Cuauhtémoc y Cuitláhuac. Uno lo hizo en TV, en conocido programa, con franco talento, y el otro en un antro, el “Mojitos”, en Boca del Río, con la rítmica serenidad del que sabe lo que hace.

El problema es que uno tiene esas fotos con líderes del hampa y al estado de Morelos entre comercios cerrados, secuestros y balazos, con lo que igual no hay mucho que celebrar y lo que se recomienda es el placer silencioso del golf, y el otro –para no ahondar en números y limitarnos a los últimos días– unos refrigeradores con cadáveres que fiu, no son 34 sino como 13, pero que igual convocan al recato. A celebraciones no tan efusivas, como supervisar baños de gasolinera, pues.

En fin: por favor, ya, dejen de bailar. Porfa.

POR JULIO PATÁN

Colaborador

@juliopatan09 

MAAZ