En Mexicanos Primero consideramos que un maestro o una maestra es ejemplar cuando en su actuar se puede definir como un aprendiz experto(a), colaborador(a), catalizador(a) del aprendizaje, agente de cambio y un(a) ciudadano(a) democrático(a). Ninguno es más importante que el otro porque es el conjunto el que nos muestra que una o un docente defiende y promueve el derecho a aprender desde su escuela; pero, ¿qué implica para Mexicanos Primero cada una de estas definiciones?, hoy nos centraremos en lo que para nosotros significa ser un (a) colaborador(a) ya que la semana del 1 al 7 de agosto, tuvimos la oportunidad de compartir un espacio formativo con la generación Premio ABC 2022 y vimos esa visión de colaboración en acción.
Ser un(a) docente colaborador(a) significa “reflexionar, investigar y emprender actividades en equipo; concibe la docencia como una profesión compleja, por lo que pide y ofrece apoyo, valora los aprendizajes de otros(as) y participa de forma continua, organizada y activa con sus estudiantes, otros(as) docentes, las familias y la comunidad educativa. Busca en la colaboración la mejora del aprendizaje de sí mismo(a), de su equipo y, sobre todo, de sus estudiantes” (ver: www.premioabc.org)
En Yucatán integrantes del equipo de Mexicanos Primero tuvimos la oportunidad de reunirnos con maestras y maestros de Tamaulipas, Aguascalientes, Yucatán, Estado de México y Ciudad de México buscando espacios de colaboración entre ellos y cada uno(a) en su comunidad escolar. La primera conclusión es que ningún(a) docente puede solo(a); para transformar la educación se requieren entornos colaborativos y de aprendizaje mutuo entre pares, pero también con todas las personas que intervienen en el proceso y muchas veces el primer reto es escucharse para tomar decisiones que favorezcan el aprendizaje.
En Yucatán hubo interesantes conversaciones entre las que destacan la importancia de generar redes bien articuladas para aprender juntos(as) sobre cómo mejorar las habilidades emocionales, primero de las y los docentes y luego llevarlas al aula y a otros espacios escolares. También puede ser pertinente compartir prácticas y estrategias para fortalecer los aprendizajes fundamentales - lectura y matemáticas- incluso entre niveles educativos, es decir, una estrategia de lectura como abrir espacios para que las familias lean cuentos, que puede funcionar tanto en preescolar como en primaria y secundaria.
Finalmente, las y los docentes tuvieron la oportunidad de reflexionar sobre el juego como detonante del aprendizaje y cómo incluirlo en su práctica cotidiana no solamente como elemento de diversión sino como un mecanismo óptimo para aprender. Pudimos observar a este grupo organizar actividades para compartir con niñas, niños y adolescentes de una comunidad maya que participaban en un curso de verano -porque el aprendizaje no se detiene- y afianzar con ellos de manera lúdica la escritura narrativa, las habilidades emocionales y artísticas.
Es un caso aislado, es verdad, pero el sistema educativo tiene como gran pendiente para el fortalecimiento de la profesión docente, generar mecanismos colaborativos que contribuyan a la transformación educativa y un(a) docente colaborador(a) puede potenciar el aprendizaje propio y de sus estudiantes. Ser colaborador(a) es un camino fundamental para garantizar el derecho a aprender.
*Directora de activación de agentes en Mexicanos Primero
@Laurami0316