TRANSPARENCIA 5.0

Abogacía e Inteligencia Artificial

Difícilmente la impartición de justicia puede funcionar como una máquina expendedora, donde aprietas un botón y obtienes un producto

Abogacía e Inteligencia Artificial
Arístides Rodrigo Guerrero García / Transparencia 5.0 / El Heraldo de México Foto: Especial

Derivado del auge tanto de las tecnologías de la información y comunicación como de la Inteligencia Artificial –IA–, diversos trabajos que eran realizados por personas ahora los realizan máquinas y computadoras: desde el cobro en el estacionamiento hasta la elaboración y venta de pizzas. 

Esta misma tendencia se ha observado en diversas profesiones: en Estados Unidos, por ejemplo, un abogado utilizó ChatGPT para elaborar un informe y este le proporcionó precedentes judiciales inexistentes, situación que fue advertida por el Juez, quien podría imponer como sanción, incluso, la pérdida de la licencia para ejercer la carrera. 

Ante ello, se abre la interrogante de qué pasará con la abogacía, puesto que algunos países han iniciado un modelo de justicia digital. Por ejemplo, la Fiscalía de Buenos Aires desarrolló a PROMETEA, capaz de elaborar dictámenes jurídicos, con ayuda de IA, tomando como base casos análogos. 

Un segundo ejemplo es el Correctional Offender Management Profiling for Alternative Sanctions, utilizado en Estados Unidos, para predecir el nivel de reincidencia de personas procesadas. 

Otros países, como China o Estonia han implementado jueces-robots para la resolución de controversias. En el primero, el “juez” tiene un 97% de acierto de “decisiones correctas”, mientras que el segundo, es una especie de prueba piloto, que dicta sentencias en casos donde el valor no supera los 7,000 euros –$130,000 pesos mexicanos, aproximadamente–. 

Sin embargo, se considera que la tendencia de la abogacía como profesión, presente en Latinoamérica desde el 12 de julio de 1553 cuando se impartió la primera cátedra de Derecho, no será la de desaparecer, sino la de evolucionar, y aquí algunos argumentos: 

Primero. Difícilmente la impartición de justicia puede funcionar como una máquina expendedora, donde aprietas un botón y obtienes un producto. La decisión de las y los juzgadores va más allá: para resolver, debe hacerse un análisis caso por caso, en donde la experiencia juega un papel importante. 

Segundo. La propia ley puede incluir contradicciones, involuntarias desde luego, pero que necesitan ser resueltas en atención al caso en concreto. Si dejáramos que una máquina hiciera este ejercicio de ponderación, se estaría en riesgo de violentar, incluso, derechos humanos. 

Tercero. La existencia de personas juzgadoras implica el reconocimiento de que seamos juzgados por nuestros pares. Sin embargo, el hecho de que robots tengan la capacidad de emitir resoluciones trae como consecuencia que asumamos un rol sumiso frente a ellos, lo que, en definitiva, suprime la función humana del juicio. 

No obstante, durante la visita del Dr. Oscar Raúl Puccinelli al INFOCDMX, quien habló de nuevas tecnologías disruptivas, pudimos constatar que quienes sí corren el riesgo de volverse obsoletos, son aquellos abogados y abogadas que, lejos de actualizarse, se conforman con lo ya aprendido. La sociedad evoluciona, y con ello, también el derecho, por lo que constantemente debemos estar en búsqueda de nuevas formas de aplicarlo y entenderlo. 

Por Arístides Rodrigo Guerrero García

Comisionado Presidente del INFO CDMX y profesor de Derecho Constitucional en la
Facultad de Derecho de la UNAM.

@AristidesRodri

Paulette Román Carvajal

Estudiante de la Facultad de Derecho de la UNAM.

LSN 

Temas