Morena avanza y en la oposición parecen sedados. La 4T les come el mandado. No solo las ‘corcholatas’ han comenzado sus recorridos por el país y definido el método para elegir a su candidato, sino que ya tienen fecha para conocer a su aspirante presidencial: 6 de septiembre.
Mientras, la alianza Va Por México apenas alcanza a atestiguar cómo se vuelve irrelevante en la conversación pública. Van tarde y mal; erráticos y a destiempo.
En Morena se pusieron de acuerdo, van punteros. No hay encuesta donde ese partido no aparezca primero en las encuestas y sus ‘corcholatas’ ganen cualquier careo. El presidente López Obrador cuida la unidad interna. Es el pegamento y factor de cohesión. Y tiene el control de la sucesión. Él marca los tiempos y formas. Alinea a los suyos alrededor de su proyecto y los compromete a respetar lo mismo reglas, que tiempos, resultados y legado.
La oposición está inmóvil. Arrastra malos resultados electorales y pérdida de territorios, poder y recursos. PAN, PRI y PRD se aferran a la unión que es un fracaso: han perdido 75% de las gubernaturas que han disputado juntos. En 2018 Morena no tenía ninguna gubernatura; cerrará este 2023 gobernando 23 entidades. El PRI, que tenía 14, ya solo será gobierno en dos. El PAN, que gobernaba 11, tiene únicamente cinco. Y el PRD ha sido borrado del mapa y ha perdido el registro como partido político en medio país. El éxito electoral de esa alianza solo existe en la imaginación de sus dirigentes.
Además de los malos dividendos en el terreno electoral, está la escasez de nombres que despierten entusiasmo entre los ciudadanos. Sí, tienen una lista larga de aspirantes, pero hay demasiados cuadros reciclados, mucho de pasado y poco de futuro.
Hay más de una docena de personajes apuntados que suspiran con la candidatura presidencial por el frente opositor PAN-PRI-PRD, pero se cuentan con una mano los aspirantes competitivos, y sobran dedos.
¿Quién va a ser el candidato? ¿Alejandro ‘Alito’ Moreno? ¿Claudia Ruiz Massieu? ¿Beatriz Paredes? ¿Enrique de la Madrid? ¿Ildefonso Guajardo? ¿José Ángel Gurría? ¿Santiago Creel? ¿Lilly Téllez? ¿Mauricio Vila? ¿Francisco García Cabeza de Vaca? ¿Miguel Ángel Mancera? ¿Silvano Aureoles? ¿Demetrio Sodi? ¿Gustavo de Hoyos? ¿Gilberto Lozano? Imposible tomarlos en serio a todos.
No hay demasiada esperanza de triunfo. Menos, cuando están entrampados en el método para elegir candidato. ¿Elecciones primarias? ¿Debates? ¿Encuestas? ¿Un mínimo de firmas para participar en la contienda?
No hay líderes que encausen el proyecto. ¿Lo harán los presidentes del PRI Alejandro Moreno, del PAN Marko Cortés, del PRD Jesús Zambrano? No se ve por dónde.
Salvo quienes se benefician de la unión –ellos tres-, prácticamente nadie defiende a las cabezas de la alianza. Vaya, es tal la hecatombe, que el único que mete las manos al fuego por la continuidad de Moreno, Cortés y Zambrano, es Mario Delgado, líder de Morena. “Que no me los muevan”, nos dijo con sarcasmo luego de que Morena ganara el Edomex.
La alianza Va por México está en la lona. 2024 está a la vuelta de la esquina y no se ve cómo se levantarán. El tiempo se les va. El tren está por arrollarlos de nuevo.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
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