Los 156 mil muertos por violencia en lo que va del sexenio. Más de 45,000 personas desaparecidas sin ser localizadas y 2 mil 710 fosas clandestinas (Comisión Nacional de Búsqueda), no permiten olvidar que México ocupa el segundo lugar en el mundo en incidencia de desapariciones.
No son sólo cifras, son personas que desde su silencio exigen al gobierno encontrar soluciones y no pactos inconfesables. La estrategia de “abrazos no balazos” no funciona. Muestra de ello es que el sexenio actual es el más violento y sangriento del que se tiene registro. Ya estuvo bueno de culpar a administraciones pasadas. Por eso no es aceptable lo que hizo López Obrador al tergiversar la propuesta de Delia Quiroa, activista y madre buscadora de Tamaulipas. Ella llamó a los líderes del narcotráfico a ya no desaparecer personas. Él, el Presidente, algo muy distinto: “Todo lo que signifique hacer a un lado o no usar la violencia, lo apruebo, como un ‘pacto social’ con la delincuencia organizada. Ellos deben asumir una responsabilidad y comportarse como buenos ciudadanos”.
López Obrador no entiende que, si los chanclazos de las madres de los criminales no sirvieron, los deseos presidenciales de que se comporten como buenos ciudadanos es una burla a las personas que han sufrido pérdidas producto de la violencia. Por supuesto que deseamos que no haya violencia, ni homicidios, ni agresiones de ningún tipo en el país, pero lo anterior no es sinónimo de pactar con los criminales. ¡¿En qué cabeza cabe?! Un arrebato populista (uno más) el decir que se puede buscar un pacto con quienes de forma consuetudinaria se dedican a romper el contrato social que tenemos como nación. Sólo alguien como AMLO puede soslayar que su deber es hacer cumplir las leyes, lo cual incluye perseguir a los delincuentes. Espero que la sociedad mexicana no le permita salirse con la suya. Basta ya de defender al crimen organizado. Pongámosle un alto. Pretextar que, cuando hay muertos o desaparecidos, se trata de venganzas y de matanzas entre los delincuentes, es una mentira y es vil. ¿Quién si no él debiera responder por la niña de cuatro años que falleció en un fuego cruzado? ¿Por la chica que fue asesinada en la autopista a Cuernavaca porque no se paró en un retén?
No es tolerable ni justificable que Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad Pública, responsabilice a los jóvenes desaparecidos en el Call Center de Jalisco de su propia desaparición, aduciendo que estos realizaban “fraudes inmobiliarios y extorsiones”. ¿Acusar a las víctimas es la respuesta del gobierno? ¿De cuándo a acá estamos tolerando la venganza entre criminales? ¿Dónde quedó la labor de evitar delitos y juzgar a los delincuentes? Un mandatario que pide a sus simpatizantes (pagados con recursos públicos y que mantienen un plantón frente a la SCJN) no caer en provocaciones, en lugar de pedirles se retiren de donde se han instalado. Una tras otra, el primer mandatario deja asomar su relación con el crimen organizado. La conferencia de prensa del pasado martes fue una exhibición, una pasarela de pactos inconfesables.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
@MALOGUZMANVERO
PAL