Portazo

La ciudad de las falsedades

Son como los vendedores de Rolex fabricados en China: este le cuesta más, jefe, porque es una copia auténtica. ¿Autenticada por quién? Por el oxímoron

La ciudad de las falsedades
Rafael Cardona / El Portazo / Opinión El Heraldo de México Foto: Foto: Especial

Nos han dicho muchas veces (Octavio Paz, entre otros), la arquitectura es el testigo insobornable de la historia; es la huella humana sobre el tiempo. El paso y la huella de los hombres se pueden comprender, calificar; entender y hasta admirar, en algunos momentos, por su arquitectura.

De la cueva al Taj Majal; del barroco y el plateresco mexicano, a la futesa de los genios actuales de la Cuarta Transformación, cuyas mejores aportaciones arquitectónicas son falacias, mentiras, reproducciones ociosas, apenas viles contratos mientras cae una obra de verdad.

En ese sentido, se ha incurrido en la más absurda de las aberraciones: construir una reproducción de tabla roca del Templo Mayor en el Zócalo, (si ya la maqueta de Marquina era una idealización gozosa), para conmemorar fechas inventadas, aniversarios de mentiras, en medio de esa gran capacidad de mentir tan propia de la Cuarta Transformación y sus antecedentes.

Basta recordar cómo Marcelo Ebrard dispuso para la sedienta capital, un monumental desperdicio de agua para dotar a los habitantes de Iztapalapa de playas artificiales donde se pudieran recostar en cajas de arena y albercas de superficie.

Así hemos visto copias de la Capilla Sixtina, por ejemplo, en recorrido mundial por todas las grandes ciudades, porque los imbéciles no tienen nacionalidad. Tampoco la estupidez.

Hoy la ciudad nos regala otra falsedad: la terraza de la casa de Luis Barragán, copiada y reconstruida en el centro de la Alameda Central. Ese espacio tiene significado en el conjunto de la casa de Don Luis. Fuera de él significa muy poco.

Pobre arquitecto, cuando no hacen anillos de falso diamante con sus cenizas —otra vez lo falso—, le “escenografían” un trozo de su obra. El caso es un tanto hilarante. No por el resultado, sino por las explicaciones de los reproductores. 

Son como los vendedores de Rolex fabricados en China: este le cuesta más, jefe, porque es una copia auténtica. ¿Autenticada por quién? Por el oxímoron.

En este falso trasplante (con otros materiales, otra funcionalidad, otro concepto), Álvaro Martín Morales, Manuel Alejandro Alemán y Rubén Aldair Bermúdez (los falsarios) quieren montar una “instalación” llamada Fuera de lugar. Llevan la bendición de Arquine para diseñar en la Alameda el pabellón del “encuentro de arquitectura y ciudad”. Con todo respeto, no mamen.

La arquitectura y la ciudad se encuentran diariamente.

"Lo que queremos –dicen–, es plantear preguntas desde una postura muy honesta y sencilla, porque creemos que la arquitectura necesita empezar a generar preguntas, necesita empezar a generar, desde otro lado, los cuestionamientos". 

¿Cuestionamientos? ¿Quién cuestiona?

“La arquitectura necesita empezar a generar preguntas”. Con esa verbalización de la nada, también se podría decir, la arquitectura necesita empezar a generar respuestas.”

Para payasos, me quedo con Brozo.

RAFAEL CARDONA 

COLABORADOR

MAAZ

 

 

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