En papa hirviendo se convirtió Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo Guzmán, para el presidente Andrés López Obrador. Porque en Estados Unidos se empezó a esparcir la idea de que el mandatario mexicano es el “facilitador en jefe de los cárteles”, según lo escribió tal cual William Barr, ex fiscal de Donald Trump, en un artículo de The Wall Street Journal esta semana.
Idea que se va a reforzando en la Unión Americana con las iniciativas de congresistas republicanos, como Dan Crenshaw, no sólo para calificar a los grupos delictivos de México como “terroristas”, sino para autorizar al Ejército estadounidense a lanzar incursiones a nuestro país para desmantelar laboratorios y atrapar a los cabecillas del narcotráfico.
No sólo eso, sino que nuestros vecinos del norte están incrementando la presión a las autoridades de la cuatroté para frenar la creciente producción de fentanilo, la droga sintética que anualmente es causante directa de la muerte de 100 mil estadounidenses. Y, se sabe, es Sinaloa, la tierra de los chapitos, el estado en donde más se cocina ese narcótico.
Súmese a ello que las fuerzas de EU capacitan a marinos mexicanos para la detección de fentanilo; sobre todo, de los precursores químicos provenientes de Asia (léase China) que ingresan a puertos mexicanos para que cárteles fabriquen la droga.
Peor aún: el secuestro de cuatro estadounidenses en Matamoros, ocurrido esta semana, con el asesinato de dos de ellos, refuerza la narrativa de que el peligro es México.
Todo encuadrado perfectamente para asociar a México con un narcoestado, que además es cómplice de las mafias de China, la potencia rival de Washington, para envenenar a sus ciudadanos.
En buen castellano, es un asunto de seguridad nacional para la Casa Blanca, con todo lo que ello implica.
Y la única moneda de cambio que tiene ahora el presidente López Obrador es Ovidio, a quien EU pide en extradición.
Una encrucijada difícil para el mexicano, porque retrasar su extradición sería para la opinión pública de EU la confirmación de que, en efecto, es “facilitador” de los cárteles. Lo ligarían a la confesión del propio López Obrador respecto a que “yo ordené liberar” a Ovidio, en aquel operativo del 17 de octubre de 2019.
Por el contrario, agilizar su extradición le quitaría presión. Pero en cuanto los americanos tengan al capo en ante sus jueces, el caso de Genaro García Luna, que el Presidente pretende mantener en el prime time, sería desplazado por el caso Ovidio.
Y si el hijo de El Chapo testifica a conveniencia propia en una corte de EU, quién sabe cómo le vaya a la cuatroté.
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EN EL VISOR: Me dice la diputada local del PAN, Ana Villagrán, que no está en sus planes buscar la candidatura a la alcaldía Cuauhtémoc, en 2024, como han mencionado varias versiones en medios. Pero, aclara, sí lo intentará en 2027.
POR RAYMUNDO SÁNCHEZ PATLÁN
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