El gobierno del presidente Joe Biden probablemente está más irritado de lo que parece, pero no se ve interesado en llevar al nivel de crisis el asesinato de dos de los cuatro estadounidenses secuestrados el fin de semana en Matamoros.
Sin embargo, el tema que tiene un impacto político en EU, es una piedra más en la construcción de una situación crítica entre los dos países y el fortalecimiento de la retórica de la derecha estadounidense sobre México.
De momento, no se espera que las cosas vayan más allá del severo tono con que Karine Jean-Pierre, portavoz de la Casa Blanca, demandó justicia y alabó el desempeño de las autoridades policiales de EU, pero no el de las mexicanas.
El tema, sin embargo, "encaja perfectamente con la narrativa que los republicanos están desarrollando sobre México una vez más, que es un lugar peligroso que es el hogar de un Estado fallido que no puede controlar a los narcoterroristas, y sobre la administración de Biden, que no está haciendo nada para lidiar con una amenaza a la seguridad nacional en nuestra frontera sur", me dijo Pamela Starr, catedrática especialista en las relaciones bilaterales en la Universidad del Sur de California.
En alguna medida, la situación creada por el secuestro y muerte de los estadounidenses es "alivianada" políticamente porque tanto Tamaulipas, en general, como Matamoros, en particular, están señaladas por recomendaciones de no visitar.
Que como buena parte de las poblaciones fronterizas mexicanas sean también "paraísos" para el turismo médico sólo dramatiza más la situación, el número de visitantes y las posibilidades de violencia.
Lo que sí, funcionan en beneficio de la derecha republicana, que acusa al gobierno de Biden de ser débil y no ser suficientemente enérgico con México; la misma que cree que su país debe enviar tropas a combatir a cárteles de la droga que en su versión están "en la cama con el Partido Comunista Chino" para el suministro del fentanilo responsable de la muerte de decenas de miles de adictos en Estados Unidos; que México está bajo control parcial de esos mismos grupos delincuenciales y que, por tanto, son un peligro para la seguridad nacional.
"No creo que la administración de Biden sucumba a esta presión", dijo Starr, "pero si aumenta la presión, es posible que se vea obligado a actuar a finales de este año o en 2024, a medida que se acercan las elecciones".
Por lo pronto, al nivel del Congreso estadounidense "veremos un recrudecimiento del argumento de que el crimen organizado mexicano representa un peligro claro y presente", comentó Duncan Wood, del Wilson Center, al augurar que el proyecto del diputado texano Dan Crenshaw para designar a los carteles como terroristas y autorizar el uso de militares estadounidenses para combatirlos, puede encontrar eco en el senador republicano Lindsay Graham. La situación es difícil para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en su camino al infierno de las buenas intenciones.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
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