La carretera México-Laredo, la 85 como a la vez es conocida, inaugurada en 1936 por el entonces presidente de la República el general Lázaro Cárdenas del Río, en esos días comprendía 1221 kilómetros hasta el puente internacional, su costo fue de casi 62 millones de pesos.
Conecta a la Ciudad de México con Nuevo Laredo, Tamaulipas, fue el paso de caravanas de estadounidenses en sus casas rodantes, equipadas con baños, estufas, camas y todo lo necesario para hacer placentero el viaje, las cuales estacionaban en espacios apropiados como hoteles que les ofrecían servicios de energía eléctrica, agua, entre otros.
De la ciudad de México en su viaje a Nuevo Laredo, Tamaulipas, se atraviesa por Pachuca, Actopan, Ixmiquilpan, Jacala, Tamazunchale, Matlapa, Ciudad Valles, Ciudad Mante, Ciudad Victoria, Linares, Monterrey, entre otras poblaciones.
Entre los límites de Chapulhuacán, Hidalgo y Tamán, SLP, hay una comunidad que se conoce como Cantil de la Gringa -kilómetro 333- nombre que adopto a partir de un accidente automovilístico donde perdió la vida una ciudadana norteamericana.
En aquellos ayeres, platicaban los choferes de camiones o de tráileres, que transportaban mercancías, carbón, ganado, entre otros productos, narraban, que a la altura de esa población aparecía una mujer en la orilla de la carretera de tes blanca, guapa, la cual les hacia la seña de pedirles un raid, lo que de inmediato el conductor aceptaba y subía la dama.
En el siguiente poblado, donde sus compañeros también hacían parada, el chofer detenía la unidad para comprar café, galletas, cigarros o algún otro alimento para compartir con su compañera y presumía que iba acompañado de una bella mujer, sus camaradas le advertían que era un espectro, una aparecida, una mujer fallecida en el lugar antes citado, incrédulo, al regresar a la unidad, la mujer ya no estaba.
La anterior narración guarda una semejanza con Fantasmas de Carretera, escrito por Gabriel García Márquez, el cual se registró en la rue París a Montpellier, “Dos muchachos y dos muchachas que viajaban en un Renault 5 recogieron a una mujer de blanco que les hizo señas en un cruce de caminos poco después de la medianoche…”.
Y agrega, “la dama viajó en silencio varios kilómetros, sentada en el centro del asiento posterior, hasta un poco antes del puente de Quatre Canaux. Entonces señaló hacia adelante con un índice aterrorizado, y gritó: “Cuidado con esa curva es peligrosa”, y desapareció en el acto”.
Más aún, agrega el autor de Cien años de soledad, detalla un incidente carretero que vivió en compañía de su amigo Álvaro Mutis, donde se vio implicado un automóvil Skoda blanco, al levantar la denuncia ante la policía francesa, fueron informados que el día del percance el Skoda “estaba en el otro extremo de Francia, guardado en su garaje, mientras su dueño y conductor único agonizaba en el hospital cercano”.
García Márquez, agrega, “Los camioneros curtidos, que no parece creer en nada, relatan sin descanso los episodios sobrenaturales de su oficio, sobre todo los que ocurren a pleno sol, y aún en tramos más concurridos”.
POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS
COLABORADOR
MAAZ