Las complejidades de la relación entre Estados Unidos y México se hicieron visibles esta semana, y aunque lejos de estar en crisis, mostraron un empeoramiento de la imagen y la opinión respecto al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
El anuncio de una nueva inversión de la empresa automotriz Tesla, de vehículos eléctricos, puso de relieve la creciente integración económica entre los dos países, mientras un roce en torno a opiniones sobre democracia y señalamientos sobre presuntos vínculos entre cárteles mexicanos y "el Partido Comunista Chino", y la falta de cooperación antidrogas apuntaban a posibles problemas.
De hecho, hay una corriente de opinión estadounidense que se inclina por designar a los cárteles mexicanos como terroristas, que tiene un dejo de amenaza, y las implicaciones políticas y diplomáticas para la relación con México.
Las que algunos consideraron como innecesarias negociaciones con el empresario Elon Musk, para tratar de llevar una planeada planta de vehículos eléctricos Tesla del estado fronterizo de Nuevo León a uno en el centro del país, fueron una señal de los intentos del mandatario mexicano por llevar inversiones a estados al sur de la franja fronteriza.
El Presidente, al que en EU califican ya como autoritario, hubiera preferido que la inversión se hubiera ido a uno de los estados que pretendía –y busca– beneficiar al margen de tener gobernantes de su partido.
Lo cierto es que la inversión de Tesla es parte de la tendencia internacional del nearshoring, que puede funcionar en beneficio económico a México.
Tesla se queda en Nuevo León, pero puede ser la punta de lanza para una nueva oleada de inversiones en México, atraídas por la cercanía al mercado estadounidense, facilidades comerciales y por encima de preocupaciones sobre seguridad.
Pero, al mismo tiempo, los señalamientos sobre los problemas de seguridad y tráfico de fentanilo, con los cárteles como protagonistas, son avisos de irritantes potenciales.
Está la versión de que el narcotráfico, y en especial los grupos delictivos, "están en la cama" con "el Partido Comunista Chino", según John Walters, que fuera el "zar" antidrogas estadounidense en el gobierno de George W. Bush y ahora preside el Hudson Institute, un centro de análisis conservador.
Walters habló ante el Comité de Inteligencia de la Cámara baja del Congreso de EU, en una audiencia sobre lo que se percibe en Washington como la amenaza china en general y, que incluyó, lo que legisladores como el texano Dan Crenshaw consideran que es la participación china en el tráfico de drogas.
Y finalmente, que AMLO se haya sentido obligado a rechazar un comentario del Departamento de Estado sobre las protestas contra las reformas al INE indican su sensibilidad hacia lo que considera como intervencionismo estadounidense.
Y todo eso, sin contar con las políticas internas.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
MAAZ