Tres en Raya

Nada que festejar

Somos testigos. La Cuarta Transformación quema el presente y con ello el futuro. Los datos de Petróleos Mexicanos avisan de una muy próxima crisis a enfrentar en el 2025

Nada que festejar
Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Después de las cifras alegres —pero muy falsas— y la basura que dejaron miles de acarreados en el Zócalo capitalino, ¿qué queda? Si acaso un vago recuerdo de que se celebró el 85 aniversario de la Expropiación Petrolera. Más allá de ello, no mucho.

O sí. Un hueco de más de 16 mil millones de pesos ejercidos de manera irregular en Pemex. De estos, ¡más de la mitad en el actual sexenio! Un barril sin fondo, donde el derroche y el robo han aumentado, pero la tan cacareada producción de petróleo ha disminuido. Sí, ‘que no le digan, que no le cuenten’: esta es menor a la de 2018, cuando se producían diariamente 1 millón 825 mil barriles diarios (hoy apenas llega al millón 800 mil). Nada que celebrar.

Somos testigos. La Cuarta Transformación quema el presente y con ello el futuro. Los datos de Petróleos Mexicanos avisan de una muy próxima crisis a enfrentar en el 2025. Tan solo sus pérdidas de 2019 a 2022 superan los 205 mil millones de pesos. Su deuda total es poco más del doble, llegando a los 450 mil millones de pesos.

Se quema también la posibilidad de un futuro más verde, al aumentar la fuga de gas a la atmósfera, alcanzando los 485 Millpcd. Y aunque Pemex presume que en el 2022 produjo la mayor cantidad de petrolíferos en los últimos seis años, casi una tercera parte de ellos fue combustóleo; un combustible contaminante y de un muy bajo valor agregado. Este, por decreto presidencial, se usa ahora en la CFE para quemarlo y producir electricidad.

Pemex fue palanca de desarrollo. Ya no. La inversión hecha en Dos Bocas supera los 12 mil millones de dólares (cifra proporcionada por la Secretaría de Energía). ¡Y lo que falta! El costo ambiental al destruir los manglares, flora y fauna, es incalculable. Las demás refinerías son también muy contaminantes, y no cuentan con la inversión necesaria para ser seguras.

La transparencia que debería ser absoluta en dicha empresa es color chapopote. Donde nadie da una explicación de lo que se invierte o lo que se ha hecho con las transferencias / aportaciones / subsidios dados por el gobierno federal. Cifras récord sin por ello tener un retorno en producción, no se diga en una extracción menos contaminante…

Entre 2019 y 2022, Pemex ha recibido 890 mil millones de pesos por parte del gobierno federal. La CFE, 300 mil millones. ¿Qué hemos obtenido los mexicanos por poner ahí nuestros impuestos? Una autosuficiencia que no es; que no llega ni llegará. ¿Se han dado cuenta cómo la fecha de esta se sigue recorriendo y recorriendo y recorriendo?

Tenemos un Pemex que no da atención ni siquiera a sus empleados, hasta sus hospitales presentan fallas, sin olvidar que no les pagan lo justo al cuerpo médico. ¿Seguridad para quienes ahí trabajan? De ello mejor no hablar.

No hay soberanía que presumir cuando los apagones se multiplican y las pérdidas acumuladas (2019-2022) de la CFE superan los 205 mil millones de pesos. Cuando su deuda total pasó de 216 mil millones en 2018 a más de 450 mil millones en 2022. Y para sellar con broche de oro, la administración decadente no puede ocultar que sus ingresos pasaron de 668.2 mil millones en 2018 a ser 618.2 mil millones en 2022. Sí, los ingresos de la Comisión Federal de Electricidad caen y sus deudas aumentan.

Pemex y la CFE son instituciones quebradas, ineficientes y altamente contaminantes. Las cifras alegres e irreales dadas por el presidente pertenecen al mundo de los otros datos.

El recuento de los escándalos del sector energético en nuestro país es terrible. Lo que debía haber sido una fuente de desarrollo se convirtió en un desvío de recursos, un incremento en las pérdidas acumuladas (más de 630 mil millones de pesos), incluyendo un aumento en la deuda a sus proveedores (pasó de 148 mil millones en 2018 a 284 mil millones en 2022) y una deuda total mayor a los 108 mil millones de DÓLARES (se presume que la deuda de largo plazo se redujo de 96 a 83.8 mil millones de dólares, pero la de corto plazo pasó de 9.8 a 24 mil millones de dólares en esos cuatro años).

Y mismo así, gastando otro buen cacho de nuestros impuestos, la 4T se volcó a celebrar el sábado.

Mas las palabras dichas en el Zócalo no transformarán a Pemex. No lograrán que la empresa petrolera más endeudada del mundo cambie. La soberanía energética no existe y la posibilidad de utilizar más energía limpia se aleja cada día más. No había nada que festejar.

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
@MALOGUZMANVERO

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