COLUMNA INVITADA

La mujer es un objeto…

Las sociedades inseguras de sí mismas se reflejan en una religión machista, beata y altanera

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Lo es a la letra en las religiones dominantes. Sin ofender, pero el rol de la mujer en la doctrina, como en las instituciones eclesiásticas, es decorativamente útil y, en algunos casos, fuente del mal original; también, es tesoro para el hombre, a quien debe entregarse inmaculada, por amor, como tributo; de ahí que, entre burkas, pelucas y otras artes del decoro, ellas no dan para mucho más que para parir y servir a los intereses de su pareja; y, por si fuera poco, cuando son abusadas o maltratadas, son responsables por provocación.

Si se reflexiona, el concepto mismo de Dios está asociado al género masculino, hasta sus hijos y profetas, todos varoncitos. Las únicas deidades femeninas sobresalientes son las “vírgenes”, con la carga ideológica y fantástica que ello implica y cuyo concepto ha sido ruinoso para las mujeres.

Las mujeres no ofician rito alguno, no pueden ser capellanas, rabinas o imamas.

El sacerdocio para el Vaticano está reservado a los XY porque Cristo sólo eligió a éstos como sus 12 apóstoles; además, la enseñanza de la “palabra” es divina e infalible, en consecuencia, la ordenación de una mujer es tan aberrante como el abuso sexual; quienes se atrevieron, fueron a la pira.

Esta estructura patriarcal se ha mantenido inmutable, por ello, si las ideas fundamentales que son pilares del cristianismo, el islam, y el judaísmo, no se modernizan para sostener, institucional y materialmente, una verdadera igualdad del hombre y la mujer, incluyendo, a los no binarios, entonces pocos frutos vamos a recoger.

La tarea es titánica, habrá que convencer a las tres principales religiones que engloban a más de cinco mil 466 millones de personas, por ahí de 71.4 por ciento de la población mundial.

Pareciera que nos viene mal la “civilización”: Cuando no existían las religiones monoteístas y se creía en los poderes de la naturaleza, las mujeres eran libres y veneradas porque podían dar a luz a otro ser. Las Diosas y Ninfas griegas eran espectaculares.

Luego, apareció Dios, siempre hombre, y el sexo femenino fue subyugado. Ya lo dijo Tertuliano (160-220) “por culpa de la mujer, Jesucristo tuvo que morir en la cruz para redimir al mundo del pecado”; y si a esto sumamos el incidente con la manzana, el silogismo es contundente: “Dios condenó a los hombres a ganarse el pan con el sudor de la frente, siendo la mujer la causante de todas las desgracias de la humanidad”.

¿Qué podría esperarse, si la mujer resultó de un costillar masculino?

Lo anterior, hasta resulta una pequeñez, si eres mujer, vives bajo el yugo de los fundamentalistas, usas burka y practicas la sumisión a Alá; y aunque se vea desde el concepto de libertad occidental, esto no es sostenible desde una mirada humanista.
En fin, las sociedades inseguras de sí mismas se reflejan en una religión machista, beata y altanera.

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
SOCIO DIRECTOR DE LATORRE & ROJO, S.C.
@DIEGOLGPN

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