La capital del país tiene dos ejemplos de gestión muy claros: en alcaldías, Iztapalapa, por la utilización eficiente de recursos públicos para ampliar infraestructura urbana cercana y útil a la convivencia familiar y pública; y dos, la política de seguridad que ha generado resultados positivos muy contrastantes con otras entidades, a partir de un liderazgo político estructurado, sensible y policial, igualmente sistemático, que es posible documentar.
Existen alcaldías que han contribuido, por su gestión de necesidades poblacionales muy amplias, como Gustavo A. Madero, a la disminución de la incidencia delictiva.
Falta por recorrer, especialmente en profundizar el esfuerzo y continuar la mejora de percepción. Aleccionadoramente, eso corresponde tanto a las autoridades, como a la población más frecuentemente dispuesta a denunciar para reclamar sus derechos a la protección de la integridad física y de los bienes de toda la ciudadanía.
En ese contexto valorativo, los eventos realizados entre el miércoles y viernes son muy indicativos, a partir de las audiencias presentes, de las preocupaciones generales de los habitantes de la capital del país: las simpatías presentadas en ovación cuando menos para la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo y Omar García Harfuch, en Cuautepec, con el alcalde Francisco Chíguil, referido amistosamente como “compañero de lucha” por Sheinbaum, y en el parque Cuitláhuac de Iztapalapa, a favor de Clara Brugada.
La agenda ciudadana ubica a la seguridad en primer lugar. El asesinato de tres personas en la Central de Abasto, como parte de un probable conflicto de integrantes de una misma familia por la propiedad de una bodega, trágico como es, no colapsa la tendencia positiva que ha alejado a Iztapalapa del primer lugar de incidencia delictiva, que llegó a tener en el sexenio pasado y que ahora es ocupado, en tasa por cien mil habitantes, por Cuauhtémoc.
Se revelan nuevos códigos de interlocución entre ciudadanía y gobierno basados en la atención territorial, así como la respuesta pertinente y oportuna a las necesidades ciudadanas con una oposición que percibe la estratégica oportunidad de competir en la CDMX.
El dinamismo en seguridad se robustece con la ampliación de oportunidades para las y los jóvenes, con innovación en los esquemas de acercamiento, como los revelados desde los Pilares con las Escuelas de Código, una opción de educación digital, en un esfuerzo de colaboración central del director de la ADIP, José Merino.
La relación entre ciudadanía e instituciones ya no es la misma; hay interlocución directa. Entender esa lógica de acercamiento amplía los beneficios de cada habitante y hará
más compleja e interesante la competencia en 2024.
En la CDMX hay un código de participación y entendimiento.
Salvador Guerrero Chiprés
Colaborador
@guerrerochipres
MAAZ