Jeffrey Davidow fue embajador de Estados Unidos en México entre 1998 y 2002. Le tocó atestiguar momentos históricos. Por un lado, los primeros años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, firmado contra todo pronóstico y pese a serias resistencias en los tres países involucrados. Por otra parte, vivió la derrota del PRI en el Congreso y luego en la presidencia, poniendo fin de siete décadas de hegemonía tricolor.
De su experiencia diplomática y el paso por la embajada mexicana, Davidow dejó testimonio escrito en su libro “El oso y el puercoespín” (2003). Con estilo directo y desenfadado Davidow hace uso de sus propias experiencias para aportar luz sobre la compleja y difícil relación bilateral. A veinte años de distancia sus reflexiones siguen siendo vigentes.
De entrada, por el reconocimiento de la trascendencia de la relación bilateral. “Ninguna nación en el mundo tiene el impacto en la vida diaria de los estadounidenses promedio que México” dice Davidow. Y, a la inversa, “ninguna nación afecta más a México que el gigante del norte”. Sin embargo, la ignorancia, falta de entendimiento y errónea percepción mutua tropiezan permanentemente la relación. En la mente de ambos países son águilas, los símbolos nacionales, pero en realidad son como el oso y el puercoespín.
Uno torpe y arrogante, el otro hipersensible y resentido. El oso en su peor versión lo vivimos con Donald Trump y todavía con los republicanos extremistas que quieren aislarnos con muros o mandar soldados a nuestro territorio. Pero no son mayoría y Trump ya no gobierna (por ahora), lo cual debería despejar el camino y abrir posibilidades de mayor cooperación. El problema es que de este lado tenemos al puercoespín en modo defensivo, empeñado en agitar el victimismo y las banderas nacionalistas.
Para muestra bastan los hechos de esta semana, que han mostrado una sobrerreacción del gobierno mexicano que podría alcanzar niveles histriónicos con una arenga semejante a la de 1938 por la defensa de la soberanía. El motivo aparente es la ridícula iniciativa de un congresista texano de invadirnos para eliminar a los cárteles del narcotráfico. La verdad, es un distractor más de las alarmas encendidas con la reforma electoral y la deriva autocrática de la 4T.
Curiosamente, el libro concluye con un capítulo titulado “Epílogo, 2025” donde Davidow planteaba un futuro promisorio de mayor integración y prosperidad, derivadas de un mayor entendimiento, pero también de la inercia de las relaciones comerciales, demográficas y la inevitable vecindad.
Ciertamente, nos hemos convertido en el primer socio de los Estados Unidos y la geografía nos mantiene unidos. Pero la distancia sigue siendo amplia. Lo lamentable es que hoy la administración Biden hace grandes esfuerzos por cuidar la relación, pero el gobierno mexicano insiste en clavarle púas al oso.
POR VERÓNICA ORTIZ
COLABORADORA
@VERONICAORTIZO
MAAZ