LA ENCERRONA

Sur

Aún sin resultados tangibles, ya sea por cuestiones nacionales, políticas, económicas o sociales, pero la Patria Grande está lejos de consolidarse

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino. Unámonos y seremos invencibles”. Simón Bolívar

La región de América Latina se distingue por tener decenas de organizaciones multinacionales en pro de metas específicas, tales como la Organización de Estados Americanos (OEA), el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (OPANAL), Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), Sistema Andino de Integración (SAI), Mercado Común del Sur (Mercosur), Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Alianza del Pacífico, Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), entre varios otros, hasta el Banco del Sur.

Todos estos intentos para la búsqueda de empujar ciertos temas, también los son para fortalecerse frente amenazas externas y, sobre todo, para lograr la anhelada integración latinoamericana, soñada desde Simón Bolívar, hasta nuestros contemporáneos… aún sin resultados tangibles, ya sea por cuestiones nacionales, políticas, económicas o sociales, pero la Patria Grande está lejos de consolidarse. Al respecto, en días pasados se llevó a cabo la sesión correspondiente de la Celac, después de varios años de no realizarse, además del regreso de Brasil, con Lula al mando y una Cumbre repleta de gobiernos de izquierda, como siempre con buenos deseos e ímpetus desbordados para la integración.

Sin embargo, la nota se la llevaron los presidentes de Argentina y Brasil, Alberto Fernández y Lula da Silva, respectivamente, al anunciar la flamante moneda conjunta, que se encuentra en etapa de diseño, de nombre Sur. Acto seguido, tomaron la palabra sus respectivos ministros de la Hacienda pública, Sergio Massa y el titular brasileño de Economía, Fernando Haddad, quienes informaron que más que una moneda de circulación única en ambos países, así como el euro, será una unidad de medida que sirva para amortizar transacciones entre estas naciones, posteriormente entre los miembros del Mercosur y después para toda la región.

Aunque esta unificación de moneda no es un intento nuevo, ya que se propuso desde tiempos del presidente Alfonsín (con el nombre de gaucho), y posteriormente por Bolsonaro y Macri (esa moneda se llamaría peso real), en esta ocasión a ambos mandatarios les urge una medida así de drástica, puesto que, por un lado las transacciones bilaterales se encuentran en sus momentos más bajos; la inflación de la nación platense en 2022 fue de 95 por ciento y en octubre entrarán en comicios electorales; por el lado brasileño, Lula quiere retomar su preponderancia en las decisiones subcontinentales y necesita a Argentina a su lado en toda la ruta de acción.

En este tenor, la idea de tener una moneda única en esta zona “mágica” del orbe puede sonar como el paso más importante para la integración latinoamericana, pero en realidad, por mayor que sea la urgencia de los proponentes, está lejos de convertirse en realidad. América Latina debe de tomar el ejemplo mejor realizado de un Estado supranacional, como la Unión Europea, pero en su estado inicial, la Comunidad Económica Europea (CEE) y su tratado inicial de Roma, en 1957, es decir, los países latinoamericanos primero que nada tendrán que estar equilibrados (al menos medianamente) en sus economías, políticas, sociedades; después ser complementarios unos de otros, como los inicios del acero y el carbón en el viejo continente, para por fin sentar las bases de una integración sostenible en el tiempo.

POR ADRIANA SARUR
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@ASARUR

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