López Obrador publicó el sábado en su cuenta de Twitter el siguiente mensaje: “Les comparto dos fotos de nuestra supervisión a las obras del Tren Maya: una tomada por un ingeniero hace tres días, al parecer de un aluxe; otra, de Diego Prieto de una espléndida escultura prehispánica en Ek Balam. Todo es místico”.
Sí, demasiadas mentiras. Las explícitas y las que quieren servir de cortinas de humo para engañar a gente ignorante y para desviar un debate que se coloca actualmente en el centro de nuestra realidad nacional. Un debate sobre si queremos —y cómo queremos— que continúe la democracia electoral en nuestro país.
Desglosemos las mentiras (toma nota, Elizabeth García Vilchis):
a) La de la foto del aluxe; que ni es aluxe ni retrata la selva del sureste mexicano, ni fue tomada hace tres días ni tampoco por un ingeniero que labora en la zona.
b) La de la foto de una escultura prehispánica en Ek Balam; que no es mística, pues representa a un prisionero… (por cierto, no hay nada místico en destruir selva, cenotes y restos arqueológicos).
c) Sin embargo, ¿vemos la mentira mayor en el tuit? Que si bien hay obras, el uso de una cantidad ingente de presupuesto público en ellas, una destrucción infame de ecosistemas, la deforestación de una de las zonas de reserva natural más importante del planeta, lo que NO hay es “supervisión” de ninguna clase.
Tampoco existe planeación o estrategia en la construcción; el trayecto de tren ha cambiado ya en varias ocasiones. No media razón ni razonamientos, solo deja desolación a su paso. He ahí —ahí sí— la razón de tantos problemas en este proyecto insignia de la 4T. Y en otros también.
Hay distractores e incluso mentiras que se prestan a la polémica y al debate. Otros, en cambio, sencillamente son ficciones demenciales dirigidas a generar chacota y a confirmar que no tenemos ni a una sociedad con criterio ni a un dirigente educado (y viceversa).
Cuando el tuit en cuestión fue señalado por embustero, el señor Jenaro Villamil, presidente ni más ni menos que del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, compartió: “es mejor creer en los aluxes que defender a Genaro García Luna y a Felipe Calderón”.
López Obrador bien podría decirle aquella de “no me ayudes compadre”, dado que esto no es de un concurso para ver quien es más… crédulo. La justicia (la estadounidense, no la mexicana, además) ha encontrado a Genaro García culpable. Nada ha iniciado judicialmente contra Felipe Calderón. Y en ese sentido, si el gobierno mexicano tiene pruebas contra el ex mandatario, que las presente; luego que nuestro aparato de justicia proceda y resuelva conforme a derecho.
Por lo pronto y por lo demás, aunque sabemos que la mentira es la forma predilecta de López Obrador para soslayar la violencia, el disminuido acceso a la salud pública, el desabasto de medicinas, la inflación que no cesa y una retahíla de problemas, lo cierto es que hay de mentiras a mentiras. Las de los aluxes y la “supervisión” del tren maya se llevan el palmarés. El tuit en cuestión, como muchos otros de López Obrador y de sus funcionarios gubernamentales, se lanzó con el particular propósito de eludir el rechazo de una parte de la población a su “plan B” electoral.
López Obrador y la 4T insiste en hablar de aluxes, de García Luna y de cualquier otro pretexto para no hacer frente a la realidad. Y nuestra realidad como mexicanos es que cada día se va haciendo más y más evidente que México requiere un presidente y no un narrador de cuentos.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM
@MALOGUZMANVERO
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