En la semana transcurrida, el veredicto de culpabilidad para Genaro García Luna se convirtió en instrumento de la política partidista. Del lado oficialista en turno, la superioridad moral de no contar con escándalo de colusión con el hampa en su primero nivel, alimenta las arengas contra la actual oposición que fue gobierno. Y aun no se extienden las informaciones a exfuncionarios de los gobiernos priístas y perredistas.
El PAN, “está comprobado que es una organización criminal más que política” dijo el dirigente de Morena, Mario Delgado, apenas se emitió el veredicto de culpabilidad contra el mal llamado “superpolicía” del sexenio de Felipe Calderón.
Esa postura --apuntalada a lo largo de un mes por el presidente López Obrador quien a diario se ha ocupado del asunto García Luna en su conferencia “mañanera”--, con el veredicto alcanzado el martes arreció las invectivas principalmente en el debate legislativo tan intenso de por sí, por el Plan B de la Reforma Electoral. Del otro lado, el del PAN y sus cuadros dirigentes, hubo un pasmo agravado por la imprudencia --por decirlo así-- discursiva: durante las semanas del juicio en la corte noeyorkina, el líder nacional, Marko Cortés, guardó silencio.
Aun peor. El mismo día del veredicto la estrategia política no le dio más que para instruir a sus estructuras la activación de militantes y simpatizantes hacia 2024 con una “carta de presentación” que, dijo, son sus buenos gobiernos.
Claro que Cortés Mendoza se refiere al “Modelo de Buen Gobierno” con el que operan algunas de sus administraciones y que, hay que decirlo, han dado buenos indicadores. Sin embargo, en el contexto, es un desatino, toda vez que García Luna fue secretario de Seguridad Pública durante el sexenio panista de Felipe Calderón.
Fue hasta el jueves 23 cuando Marko Cortés rompió el silencio pero reprochando los dichos presidenciales porque, recordó, García Luna nunca fue militante del PAN.
El otro silencio es el de su aliado el PRI. Inmerso en la abundancia de escándalos de su dirigente, Alejandro Moreno, han pecado de prudentes sobre el caso García Luna que, tarde o temprano, terminará tocando al peñanietismo.
Porque a estas alturas parece olvidado que la presencia de mandos y estructura de seguridad se dio por la vía de su subordinado, hoy preso en México por el caso Cassez, con orden de aprehensión en Estados Unidos por narco, Luis Cárdenas Palomino.
El otrora brazo derecho de García Luna fue un puente entre el último gobierno del PAN y el último del PRI. Cárdenas era cuñado de Humberto Castillejos Cervantes, quien fue poderoso colaborador de Peña Nieto como consejero jurídico, pero también como líder del trío de primos inmersos en política de seguridad el sexenio pasado: Alfredo Castillo Cervantes y Raúl Cervantes Andrade.
Como se sabe, Alfredo Castillo fue encargado de impulsar la paramilitarización de Michoacán, logrando menguar sin extinguir el poder de los grupos delictivos locales como La Familia - Los Caballeros Templarios, cuyos cabecillas fueron procesados entre 2016 y 2017 por Raúl Cervantes, a la sazón procurador General de la República.
Pero hay más. La abundancia de negocios al amparo del poder que permitieron a García Luna blanquear fondos y llevarlos al extranjero (asunto de primera importancia en el juicio en Nueva York), fueron posibles durante el auge renovado de gobiernos surgidos del PRI con Peña Nieto en la Presidencia.
Y a eso no escapa el PRD, pues fue durante la gestión de Miguel Ángel Mancera que se asignaron contratos de “consultoría” al menos a una firma de García Luna, según ha revelado la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum.
El salpicadero a Va por México apenas inicia y desde el lado lopezobradorista, faltaba más, está transparentemente perfilado.
POR ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
COLABORADOR HERALDO RADIO
@ARTURO_RDGZ
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