Con esta lapidaria frase del ingenio mexicano, se sintetizó todo un sistema de gobierno que abarcó cuatro presidencias, y que tuvo como eje fundamental que el poder se consolidara en una sola persona, a través del dominio de un partido hegemónico recién nacido.
En efecto, a la muerte del presidente Obregón, cuya reelección no pudo realizarse por ese trágico acontecimiento, el presidente Elías Calles convocó al licenciado Emilio Portes Gil, a la sazón gobernador del estado de Tamaulipas, para iniciar los trabajos de crear un partido político que pudiera consolidar todas las fuerzas militares, civiles y los diferentes liderazgos, que integraron el movimiento que conocemos como Revolución Mexicana.
En efecto, este instituto político, el Partido Nacional Revolucionario, fue el eje fundamental para el mantenimiento del poder y el desarrollo de un proyecto que tuvo como origen una Revolución.
Es evidente, las similitudes que existen en cuanto a la forma en el momento político contemporáneo, porque se está pretendiendo crear un instituto político hegemónico, que es el Partido Morena, impulsado por un liderazgo autoritario y unipersonal, que ejerce el Presidente con un carisma innegable.
Las condiciones históricas son distintas; el maximato callista obedecía a una lógica que requería la unidad de las fuerzas revolucionarias y la aplicación de un proyecto que se consolidó en las páginas de la Constitución de 1917. Lo que hoy vivimos, no emana de una Revolución, sino de una elección coyuntural, que no ha definido con claridad una ideología, pues, por una parte, se suma de manera absoluta al proyecto neoliberal en materia internacional de comercio y, por la otra, pretende una política supuestamente de izquierda.
Son condiciones distintas, pero pueden producir resultados parecidos, pues de conformarse a plenitud el proyecto morenista, que tiene por objeto debilitar los ejercicios de equilibrio del poder, quitándole legitimidad y fuerza a los organismos electorales, a los tribunales de la nación, a los organismos constitucionales independientes y autónomos, y a toda aquella fuerza administrativa o política que se oponga a la decisión centralista del líder. Esta es la base del sistema que estamos viviendo en estos momentos y que se está planteando para consolidarse y prolongarse en la elección de 2024.
Esto significa que, de ganar las elecciones Morena en la Presidencia de la República, obteniendo mayorías en los Congresos locales, el Congreso federal y en las gubernaturas de los estados, contará con la fuerza política suficiente para imponer un modelo de política centralista, en la que es muy probable que el Presidente –propuesto por Morena— tenga que seguir dependiendo políticamente del verdadero líder, que es el actual Ejecutivo.
Los perfiles que hasta hoy aparecen en la arena política nos permiten observar que esta dominación presidencial, no la aceptarían ni Ricardo Monreal, ni Marcelo Ebrard, por razones que la opinión pública ha detectado, pues, en sus carreras políticas estos dos aspirantes han demostrado su independencia y autonomía. Los otros dos, indudablemente tienen una mayor cercanía afectiva de lealtad y disciplina probadas con López Obrador.
Por una parte la que parece ser favorita, Claudia Sheinbaum, a pesar de que electoramente Morena perdió en la últimas elecciones gran parte de las alcaldías de esta ciudad; en la otra esquina, el secretario de Gobernación, que no remonta en las encuestas, aun cuando actúa con clara cercanía al Presidente y opera rubros de política nacional muy importantes como son las relaciones con el Congreso, con los gobiernos estatales, propios de su función y agregaremos una marcada predisposición para destacar e influir en las tareas que realizan la Marina y las Fuerzas Armadas que, sin duda, constituyen un importante factor de poder, por lo que a nadie extrañaría que fueran cambiando las encuestas y, poco a poco, Adán Augusto, se convirtiera en el sucesor adecuado para esta estructura política, diseñada por el actual Presidente.
POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM
PRESIDENTE DEL FRENTE UNIVERSITARIO LATINOAMERICANO (1958-1962)
VICEPRESIDENTE DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFÍA Y ESTADÍSTICA
MAAZ