A pesar del vengativo regocijo que ha causado en Morena la condena de García Luna por parte del Tribunal Federal del Distrito Este de Nueva York, lo que se deriva de todo esto no significa un logro ni para México ni para Estados Unidos, tampoco para la verdad o la justicia.
A falta de pruebas contundentes (como videos, fotos, grabaciones, documentos, cuentas bancarias, depósitos, etc.), una colección de relatos “a modo” de asesinos, criminales, narcos, todos en su calidad de testigos protegidos fueron las únicas “pruebas” que presentó una fiscalía que se esforzó poco o nada en probar sus dichos. Los testigos, convocados por la parte acusadora, cantaron bien para garantizar con sus tonadas una libertad que consiguieron con mentiras y verdades a medias dedicadas el respetable reunido en ese juicio.
No se malinterprete, desconozco si el exsecretario de Seguridad en el sexenio de Calderón es culpable o no. No tengo la menor idea. De lo que sí estoy segura es que este torrente de historias contadas, algunas absurdas, durante el juicio no prueban ni una cosa ni otra. Hay algo que sí me queda muy claro: la profunda ineficiencia de las autoridades mexicanas y desde luego de las estadounidenses (la DEA, entre otras de aquí y de allá) para combatir al crimen organizado.
Los relatos que los intachables testigos —conejos, burros, lobos o reyes— aportaron, iban de la entrega de maletas cargadas con millones de dólares en restaurantes de lujo a plena luz del día, hasta avezados policías que descubrían a lo lejos la identidad de personas dentro de una camioneta —pobres... ni a vidrios polarizados llegaban—. Confieso que he pensado seriamente enviarle estos cuentos a Almodóvar o a Woody Allen quienes seguramente se interesarían en producir una peli para desternillarse de risa tipo ¿Dónde está el piloto?
En cuanto se dio a conocer la resolución del jurado, López Obrador se puso, como era de esperarse, muy contento. En la mañanera del día siguiente, el Presidente sugirió a García Luna buscar la calidad de testigo protegido para poder implicar al fin a Calderón en sus locas aventuras. ¡Sublime!
En resumen:
1. Los testigos dijeron lo que tenían que decir y ahora podrán seguir disfrutando de sus vacaciones en EU, aunque hayan asesinado a cientos o miles de personas en México. Total, aquí ni quien los denuncie, ni quien les abra un juicio.
2. En EU tienen un argumento más para poder afirmar que los mexicanos somos una turba de corruptos responsables de las 100 mil muertes de por allá debidas al fentanilo.
3. Trump también quedó muy contento.
4. La DEA y las autoridades que combaten el crimen organizado en EU disimularon magistralmente su ineficiencia y tienen buenos argumentos para echarle toda la culpa a México y sus gobiernos.
5. El Presidente mexicano no puede estar más contento, un golpe maestro para la oposición.
Sólo lunáticos digo yo.
POR TERE VALE
@TEREVALEMX
PAL