LA FIESTA DEL SIGLO

Analizando al mala copa

Por qué no debemos beber si tenemos emociones negativas

OPINIÓN

·
Rudy Tercero / La fiesta del siglo / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Seguramente en alguna ocasión has tenido el infortunio de toparte con un (o una) mala copa, quizás incluso hayas tenido la oportunidad de ser testigo del cambio de uno de tus acompañantes y ver la manera en la que se transforma de una persona normal hasta convertirse en un monstruo irascible con una insaciable sed de venganza.

El alcohol hace que tus emociones exploten, de ahí que cuando una persona está festejando algo y está muy feliz acaba bailando arriba de una bocina y abrazando a todos, pero de la misma forma en la que nos podemos poner “extremadamente” felices, también podemos irnos hacia el otro lado y explotar una emoción negativa. Cuando tenemos algún problema con nuestra pareja, algún desamor o nos sentimos muy tristes y hacemos caso a lo que decía Pedro Infante: “Voy a tomar para olvidarla”, ni la vas a olvidar, ni se te va a quitar la tristeza, lo más seguro es que termines llorando, cantando todas las de José José y mandando un mensaje de texto a las 4:00 a.m.: “not e supero, te spigo anando”.

Si, por otro lado, acabamos de tener un conflicto que nos hizo enojar mucho y estamos tomando sucederá lo mismo, perderás la tolerancia, el comportamiento de todos te hará enojar cada vez más y te convertirás en un mala copa. Ingerir alcohol de forma excesiva es una de las principales causas de violencia en todos los ámbitos, ya sea en casa, con la pareja, peleas en fiestas y reuniones, bares, etc.  Si a todo esto sumamos que la primera parte del cerebro que deja de funcionar correctamente al beber en exceso es la corteza prefrontal, encargada entre otras cosas de medir riesgos, tomar decisiones y planear pues ya se convierte en un cóctel muy peligroso porque ya no medimos el riesgo ni podemos tomar decisiones asertivas, decimos cosas que hieren a los demás, no tenemos freno, podemos incluso decirle a nuestro jefe del trabajo en la reunión de fin de año todas sus verdades, cuantas personas no han perdido su trabajo y muchas otras cosas por un arrebato de esta naturaleza.

Si vamos a consumir alcohol hay que hacerlo cuando estamos contentos, anímicamente bien, hacerlo con medida, pero jamás tomar cuando estamos deprimidos, tristes, enojados, angustiados o estresados. Puede llevarnos a confundir a nuestro cerebro y a anclarnos al alcohol. La razón es sencilla, al cerebro no le gustan las emociones negativas, lo incomodan porque lo obligan a enfrentarlas, a resolverlas, al momento en el que tomamos alcohol nuestro cerebro libera dopamina, un neurotransmisor de la felicidad, por lo que de momento esa emoción negativa se enmascara, pareciera que al beber alcohol desaparecen los problemas, sin embargo, esto no es así, los problemas no se van, evadirlos puede traer consecuencias terribles, pero lo peor es que si decidimos tomar cuando estamos estresados, por ejemplo, y el alcohol calma el estrés, cada vez que tengamos esta emoción negativa nuestro cerebro en automático pedirá una dosis de alcohol para mitigarla y ahí es donde puede comenzar una adicción.

Bebamos con medida y responsabilidad, cuando estemos de buen ánimo, para disfrutar nuestra fiesta de la mejor manera y no convertirnos en el mala copa de la noche. 

POR RUDY TERCERO

@RUDYTERCEROF

R3FABRE@YAHOO.COM

MAAZ