Mirando al otro lado

La realidad de Xóchitl

Ya está bastante claro que la elección presidencial del 2024 no va a ser una contienda ni limpia ni equitativa

La realidad de Xóchitl
Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Ya está bastante claro que la elección presidencial del 2024 no va a ser una contienda ni limpia ni equitativa. Desde ahí empiezan los problemas para analizar con claridad los acosos que está enfrentando Xóchitl Gálvez desde ahora en su campaña presidencial, además de lo tupido que vendrá más adelante.

La estrategia del gobierno federal es ganar anímicamente la elección desde ahora, creando el mito de la invencibilidad de Claudia. Y, como toda creación de mitos, se hace modificando “las apariencias”. Lo mismo hizo el PRI en la época en que era absolutamente hegemónico. La diferencia entre el PRI y Morena es que aquel tenía la ventaja de décadas de mostrar su invencibilidad, mientras que Morena apenas está “creando” el mito de la suya.

Pero Morena, con el ex priista Andrés Manuel López Obrador como su guía a la cabeza, sabe lo que quiere. Y utiliza, en este momento, cuatro grandes ejes para avanzar su objetivo.

El primer eje para convencer sobre la invencibilidad de Claudia y de Morena es la presencia reforzada y combustionada del Presidente de la República en eventos, inauguraciones, polémicas, ataques y posicionamientos programáticos. La mañanera es la plataforma preferida del presidente para hacer campaña a favor de su partido. Habla sólo, sin replicantes y puede decir lo que quiere, con cobertura nacional. De ahí sale el enfrentamiento con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los ataques a los Ministros y las propuestas de militantes de Morena para ocupar escaños en la Corte, cuando es notoriamente inadecuado y provocador el planteamiento. De la mañanera también sale la glorificación del militarismo, la humanización del narcotráfico, la satanización de los órganos autónomos y el odio hacia los universitarios y la prensa independiente.

Pero lo relevante de la guerra presidencial contra la independencia de la Corte es que se ha convertido en el eje de la campaña presidencial de Claudia. El presidente dicta cátedra y Claudia repite los dichos de la mañanera obedientemente. El presidente confía en que el mimetismo de Claudia para con él es la receta para transferir su popularidad a una candidatura que, de otra manera, se muestra como bastante anémica.

El segundo eje para convencer sobre la invencibilidad de la candidata es la realización constante de enormes eventos populares comprados con recursos públicos. La falta de entusiasmo real en sus eventos no es lo que cuenta. Lo que importa es la fotografía de los eventos con auditorios o estadios de baseball repletos de caras indefinidas, pero en contraste con los eventos más modestos, pero llenos de auténtico entusiasmo, de Xóchitl. La nota, promovida desde Palacio Nacional, siempre es sobre la cantidad, no la calidad.

La voz lánguida de Claudia ofrece más 4T, pero sin entusiasmar al público, “no robar, no traicionar, no mentir” una y otra vez. La intención de ese parloteo de la candidata es para lograr que el público piense en AMLO, no en ella. Refleja una trágica abdicación en vida de su relevancia como política y como persona. Ofrece paz en Michoacán, a pocos kilómetros de otra masacre de ciudadanos a manos de los ejércitos irregulares que ronda por ese estado y, dicho sea de paso, por todo el país. Pero, eso sí, ante miles de michoacanos reunidos al calor de una pequeña paga. Lo importante es la foto para crecer el mito, no la realidad.

La tercera faceta del intento por ganar la elección presidencial desde ahora es con la compra de encuestas cuya función es probar una diferencia “insuperable” entre Claudia y Xóchitl. Quizá la tragedia más grande de nuestra cultura política como país reside en este tema. La tragedia de las casas encuestadoras que entregan su respetabilidad a cambio de acceder a recursos ilimitados en aras de convencer, a través de un “gaslighting colectivo”, que existe una realidad alterna. Quieren probar lo imposible: que Claudia ha empatado en popularidad con el presidente. Eso sólo existe en las fantasías impunes de quienes hacen cobros exorbitantes para asegurar el futuro de sus negocios.

Es un deliberado “gaslighting” colectivo pagado e impulsado por el gobierno con la intención de lograr que una porción importante del país dude sobre su decisión de apoyar a Xóchitl, y que piense que tiene mala información. El “gaslighting institucional” tiene la intención de lograr que el pueblo dude de sí mismo. Es un ejercicio de psicología de masas para controlar a las masas.

Por último, el proceso de “gaslighting” logra que analistas con buenas o malas intenciones busquen e identifiquen problemas y fisuras dentro de la campaña de Xóchitl. Obviamente no es lo mismo trabajar con un frente de tres partidos y la sociedad civil organizada, donde cada actor tiene intereses, presiones y necesidades, que operar el intimidante y coercitivo centralismo de AMLO y Morena.

El “gaslighting” institucional sirve para que no se mida la campaña morenista con el mismo rasero. Quienes conocen las interioridades de Morena y, particularmente, la campaña de Claudia, saben perfectamente bien de las profundas fisuras, contradicciones y tensiones que existen ahí. AMLO, Claudia, Marcelo, Monreal, Delgado, Brugada: cada uno es un polo de intereses que entra en conflicto o contradicción con los otros. ¿Por qué Harfuch es mencionado para el Senado y no para la Fiscalía de la CDMX, por ejemplo? Por odios y enfrentamientos entre los bandos que pretenden o suponen que van a gobernar la ciudad a futuro, y que desconfían de él.

El análisis comparativo de las campañas de Claudia y Xóchitl revelarían estados de ánimo muy diferentes en las regiones del país. México es un país profundamente dividido entre las dos opciones que ofrecen las candidatas y no existe un consenso definido. Por esa razón, las encuestas que anuncian una competencia más reñida entre las dos campañas, aún con Claudia adelante, están más en concordancia con lo que realmente acontece en el país.

AMLO está convencido de que a mayor polarización, mayor será su ventaja electoral, y que eso le conviene a Claudia. Trump piensa lo mismo, al igual que Milei, en Argentina. Y sí, les funcionó en un primer momento. Pero Morena ha perdido a las clases medias en todo el país precisamente por eso. Esas mismas clases medias que votaron por él en 2018, pensando que traería soluciones al país, no enfrentamiento y polarización, hoy no piensan votar por Morena.

La estrategia presidencial de contar con la “tercera” candidatura atrayendo a las clases medias a través de Movimiento Ciudadano y Samuel García ha fracasado estrepitosamente. El propósito era restarle a Xóchitl votos de clases medias para, así, favorecer a Claudia y a Morena. El hecho de haber articulado esa estrategia revela el miedo que tiene AMLO al bloque de votos contra Morena de las clases medias, pues cuestiona la victoria de Claudia en 2024. El voto de los beneficiarios de los programas sociales es volátil e inseguro. La estrategia con MC venía, por supuesto, después de un acuerdo secreto entre Dante Delegado y López Obrador, incluyendo complicidades mutuas y traiciones a la “política pública” proclamada de actuar sin mentiras, traiciones ni robos.

Ahora que la política “tercerista” con MC fracasó, y para consolidar su base electoral, AMLO y Morena van a tener que recurrir a mayor polarización, miedo y agravio entre clases sociales, proclamando una suerte de guerra de clases. Pero, para que esa estrategia dé de sí todo lo que debe, Morena requiere a una candidatura presidencial rupturista, polarizante, tipo Milei. Contrario a ese propósito, Claudia, como candidata, ha querido ser conciliatoria. Sin embargo, ni entusiasma, ni calienta la plaza ni convoca a nuevos partidarios. El hecho de haber aceptado ser el clon pasivo de Andrés Manuel, repitiendo sus propuestas sin originalidad y sin voz propia, la llevará al fracaso electoral.

De ahí que exista la urgencia de poder justificar su “victoria” anticipadamente. Para eso sirve el falso manto de invencibilidad que está puesto sobre sus hombros, junto con el bastón de mando fake, hasta que quede expuesta la mentira, como sucedió con el rey desnudo.

Por esa razón, todos los esfuerzos por recibir el manto de la popularidad presidencial, las movilizaciones con dinero público, la compra de encuestas y el impacto del gaslighting sobre analistas y pueblo por igual, son los ingredientes indispensables para llegar a la meta propuesta por AMLO.

Y todo ello ocurre porque saben, en las altas esferas del gobierno que, con todo y sus problemas, la sombra y presencia de Xóchitl crece día con día, como una amenaza incontenible. Temen que el pueblo sabio sabrá entender y distinguir entre la manipulación del gobierno y la autenticidad de Xóchitl.

POR RICARDO PASCOE PIERCE

COLABORADOR

ricardopascoe@hotmail.com

@rpascoep

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