Politeia

Juan Pablo Adame y la vocación política

En su memorable discurso, estremeció a toda la clase política con un llamado a utilizar el poder para servir a los demás

Juan Pablo Adame y la vocación política
Fernando Rodríguez Doval / Politeia / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

La prematura muerte de Juan Pablo Adame Alemán, exdiputado y exsenador del Partido Acción Nacional, enlutó a la política mexicana y causó un dolor inmenso a todos los que tuvimos la fortuna de conocerlo y tratarlo. Pero, en paralelo, su partida dejó una estela de acontecimientos muy alentadores.

Los últimos meses de Juan Pablo fueron verdaderamente edificantes. Publicó numerosos textos en donde contaba la forma en que la enfermedad que padecía le había cambiado la vida; lo hacía sin autocompasión ni lamentaciones. Contaba la importancia de aprovechar el tiempo, de valorar las cosas más sencillas, de tener amigos, de estar con la familia, de disfrutar del descanso, de reconciliarse con las personas con las que se han tenido diferencias. 

Quizá el momento culmen de este proceso ocurrió el pasado 6 de septiembre, cuando tomó protesta como senador y ejerció el cargo durante unas horas. En su memorable discurso, Juan Pablo estremeció a toda la clase política con un llamado a utilizar el poder para servir a los demás, ya que el servicio al prójimo es el motor de la buena política. Por unos minutos, el Pleno del Senado de la República dejó de ser una arena de agrias y estériles disputas para convertirse en un recinto de testimonio y esperanza. 

Juan Pablo se asumía sin complejos como un político católico. La firmeza de sus valores no le impedía dialogar e intentar encontrar puntos de acuerdo con todos los que tenían un pensamiento distinto. Estaba convencido de que las religiones, desde su ámbito, pueden aportar los elementos éticos necesarios para que se pueda desarrollar una vida social en paz y en concordia. En este esfuerzo, creía que el católico no debe renunciar a su propia singularidad: sólo puede haber diálogo fecundo desde la claridad de las convicciones propias.

Tras perder una contienda interna por la dirigencia juvenil del PAN, Adame fundó una asociación civil que llevaba por nombre el que había sido su lema de campaña: “Nada nos detiene”. Esta asociación ha trascendido las fronteras partidistas y se ha dedicado a formar a cientos de jóvenes en todo el país en los principios y valores del humanismo político. Hoy es una prolífica cantera de vocaciones.

Y es que desde la visión trascendente en la que Juan Pablo Adame creía, la política es una vocación, un llamado de Dios para construir el bien común. Este llamado es también una ocasión y motivo de salvación: es mediante el cumplimiento de la vocación política como la persona se santifica. Hoy Juan Pablo puede decir, desde el cielo donde está, que ha cumplido su vocación: a través de la política llegó a la contemplación definitiva del bien, la verdad y la belleza. Ahora sí, ya nada lo detiene.

POR FERNANDO RODRÍGUEZ DOVAL

POLITÓLOGO

@FERDOVAL

PAL

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