A los 87 años de edad, el pasado 17 de octubre falleció la multipremiada pianista Carla Bley, a causa de un tumor cerebral diagnosticado en el año 2018.
Lovella May Borg (su nombre de nacimiento), cuyo seudónimo fue transformándose conforme sus intereses artísticos y vínculos afectivos transitaron, tuvo una prolífica trayectoria que comenzó desde que su padre, el organista Emil Borg, la instruyó en el arte del piano en una iglesia de la cual era parte.
Conforme los años transcurrían en su natal Oakland, California, Carla experimentó una conexión profunda con la ejecución y composición musical que marcó su devenir. En la adolescencia, fiel a sus convicciones, decidió probar suerte en Nueva York. Ahí conoció al pianista Paul Bley con quien se casó, tiempo después, y adoptó su apellido como nombre artístico propio.
La mancuerna fue sumamente fructífera dada la complicidad y las redes que tejieron con personajes que pertenecían al olimpo del jazz. Entre estos se encontraba el arriesgado saxofonista Ornette Coleman quien contribuyó al gusto que generó por el avant- garde.
Fue así como la pianista fue involucrándose en diferentes escenas locales que la llevaron a ser parte y componer música para agrupaciones de renombre como The Jazz Composers Orchestra, The Liberation Music Orchestra; además del trabajo plasmado en una extensa discografía de jazzistas que recurrieron a su pluma, entre los que se encuentran Tony Williams, Charlie Haden, Andy Sheppard, entro otros. Incluso, el baterista de Pink Floyd, Nick Mason, grabó un disco poco conocido en 1979, llamado Fictitious Sports, con temas de su autoría. Con Michael Mantler, fundó la compañía discográfica WATT bajo el auspicio de ECM Records.
Sería imposible resumir en unas cuantas líneas una vida tan luminosa, colmada de grabaciones y giras por todo el mundo. Por lo pronto, comparto un enlace virtual dotado de un excentricismo acorde a la personalidad de Carla: @wattxtrawatt
¡Hasta la próxima jazzofilos!
Pablo Iván Argüello
Colaborador
@antropologojazz
MAAZ