En estos casi ocho meses de trabajo en México, siempre me preguntan, dado que China es un actor gigante en la comunidad internacional, ¿qué es su intención estratégica? De hecho, esta pregunta no es tan complicada ni tan insondable como lo pensaban algunos.
Hace 10 años, el presidente Xi Jinping propuso el concepto de construir una comunidad global de futuro compartido, con el objetivo de promover la construcción de un mundo caracterizado por la paz duradera, la seguridad universal, la prosperidad común, la apertura e inclusión, y la limpieza y hermosura.
En septiembre pasado, China publicó el libro blanco La comunidad global de futuro compartido: propuestas y acciones de China, donde reitera las ideas estratégicas de Beijing y enfatiza que la construcción de la comunidad global de futuro compartido es la meta general de la diplomacia con características chinas en la nueva era.
Sin embargo, he notado que siempre hay algunos que lanzan argumentos erróneos que van en contra del concepto de la comunidad global de futuro compartido. Me gustaría aprovechar esta oportunidad para dar unas respuestas.
La primera es "la diplomacia de valores". Algunos creen que los países latinoamericanos deben desarrollar sus relaciones exteriores sobre la base de valores. Vemos con buenos ojos la cooperación regional sobre el cimiento del trato en pie de igualdad y el respeto mutuo, pero esto no es incompatible con el desarrollo de las relaciones con China. Ciertas naciones obligan a los otros a tomar partido, según los valores determinados, trayendo suficientes desastres humanitarios al mundo. No se debe permitir que estos actos sigan dañando a América Latina.
La segunda es que la globalización económica es inútil. Algunas personas la culpan de los problemas de gobernanza interna del país y adoptan arbitrariamente el unilateralismo y el proteccionismo para socavar la estabilidad de las cadenas globales industrial y de suministro.
En tanto, debemos adherirnos a un nuevo tipo de globalización económica, oponernos claramente a los círculos pequeños y barreras, así como las sanciones unilaterales y las presiones extremas, promover la interconexión económica y la integración entre los países, para que los pueblos de todas las naciones puedan compartir los frutos del crecimiento económico mundial.
La tercera es que un país fuerte buscará inevitablemente la hegemonía. Esto refleja la desastrosa práctica de las guerras de dominio entre grandes potencias en la historia. China nunca ha creído que "un país fuerte buscará inevitablemente la hegemonía", nuestra sabiduría histórica nos enseña que "una nación hegemonista sin duda decaerá".
Beijing declara solemnemente al mundo que incluso si China se vuelve más fuerte, nunca buscará la hegemonía.
La cuarta es "la seguridad absoluta". Algunas personas, con apego a la mentalidad de suma cero, buscan unilateralmente este tipo de seguridad y ventajas monopólicas. Creemos que ningún país debe esperar que otros pierdan, sino que debe comprometerse a ganar junto con ellos. Beijing siempre ha integrado su propio desarrollo con el del mundo y ha combinado los intereses de su pueblo con los comunes de los de otros.
La quinta es que China es la principal responsable del cambio climático. La causa fundamental de los problemas del calentamiento global que sufrimos hoy consiste en que las naciones desarrolladas llevan más de 200 años emitiendo gases de efecto invernadero.
Ellos deben proporcionar efectivamente fondos y tecnología a los países en desarrollo para pagar sus deudas históricas.
China se adhiere al principio de "responsabilidades comunes, pero diferenciadas" y promueve activamente la implementación del Acuerdo de París.
Asimismo, ha anunciado los objetivos de alcanzar el pico de carbono en 2030 y la neutralidad de carbono en 2060, y ha establecido y completado las políticas "1+N" para alcanzar la punta y la neutralidad de carbono, convirtiéndose en la nación con mayor capacidad instalada de generación de energía hidroeléctrica, eólica y fotovoltaica del mundo.
POR ZHANG RUN
EMBAJADOR DE CHINA EN MÉXICO
PAL