Columna Invitada

"La crítica necesaria: el presidente y la Suprema Corte"

Este clima de falta de crítica se refleja en la reciente propuesta de la Cámara de Diputados de despojar al Poder Judicial de 13 fideicomisos

"La crítica necesaria: el presidente y la Suprema Corte"
José Lafontaine Hamui / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

En tiempos de crisis y desafíos históricos, como lo fue la Segunda Guerra Mundial, líderes como Winston Churchill comprendieron la importancia de la crítica y la necesidad de rodearse de consejeros honestos. Este pensamiento es atemporal y puede aplicarse a cualquier ámbito de liderazgo, incluido el político. En México, lamentablemente, nos encontramos en una situación donde la crítica constructiva brilla por su ausencia en los círculos cercanos al presidente. Éste último, busca destruir la autonomía del poder judicial para consolidar su influencia, impactando con ello la separación de poderes que otorga equilibrio y balance al actuar del gobierno y desde luego le da certeza y permite el vehículo para vivir en un estado de derecho, nadie le dice que no, nadie lo crtítica en su grupo compacto, le aplauden y lo llenan de cumplidos.

Churchill comparó la crítica con el dolor en el cuerpo humano, ya que ambas llaman la atención sobre un estado de cosas no saludable. La crítica, aunque a menudo incómoda, es un elemento crucial para un liderazgo efectivo. En este sentido, es esencial que los líderes inspiren confianza para que sus subordinados puedan expresar sus opiniones y decir la verdad sin temor a represalias.

Sin embargo, en la actualidad, en el México de la llamada Cuarta Transformación, que como hemos experimentado, es una deformación de la evolución del Estado. Sin duda nos transformó, nos mutó, no se si por cuarta vez, pero sin duda nos transformó en una de las peores versiones de país posible, solo por encima de la guerra, si es que no estamos en una, ya que por la cantidad de muertos se evidencia lo contrario. Este regimen transformador; nos separó, nos violentó, nos polarizó, nos convirtió en un México de blanco y negro.  La transformación no es intrínsecamente positiva. La intolerancia y sordera a la crítica en el poder ejecutivo, nos mantiene en el camino de los errores sin enmienda.  El presidente, no ha inspirado la confianza necesaria para que sus subordinados expresen sus puntos de vista y críticas constructivas. Quienes se atreven, son separados de sus cargos. Este clima de falta de crítica se refleja en la reciente propuesta de la Cámara de Diputados de despojar al Poder Judicial de 13 fideicomisos, incluyendo los destinados a las jubilaciones de jueces y magistrados.

Esta propuesta, absurda y y beligerante, impacta profundamente la separación de poderes, un principio fundamental de la Constitución. La idea detrás de estos fideicomisos es proporcionar apoyo a la infraestructura, las prestaciones y las pensiones de los funcionarios judiciales, y eliminarlos es una venganza personal contra la Suprema Corte por decisiones que han desafiado al poder ejecutivo. Así de simple.

La defensa no es en si al Poder Judicial en su actuar cotidiano y el desarrollo de sus funciones jurisdiccionales, sus deficiencias y deformaciones son evidentes. La defensa al poder judicial se debe dar en el sentido de su contrapeso del poder ejecutivo, la defensa es al estado de derecho, no al actuar judicial en los procesos del día a día, ya que los mismos deben mejorar sin duda en términos de eficiencia y criterio de interpretación. Sin embargo, los fideicomisos en cuestión se han utilizado de manera transparente para atraer perfiles de abogados calificados al servicio público, a pesar de los salarios inferiores en comparación con la iniciativa privada. El intento de eliminarlos es con el fin de castigar y apropiarse de recursos de manera discrecional y utilizarlos en proyectos que no son de interés general, sino aquellos que favorecen al presidente, su grupo y la sucesión presidencial.

Este movimiento, que se suma a una serie de ataques al Poder Judicial, la Suprema Corte y varios ministros, plantea serias preocupaciones sobre el futuro de las instituciones en México. El presidente ha expresado su descontento con la independencia de la Corte y ha buscado nombrar ministros afines a su visión. Sin embargo, la independencia judicial es un pilar fundamental de un sistema democrático y de la justicia. El poder legislativo se olvidó por completo de su función, que desde luego no es aplaudir ciegamente al presidente, sino de actuar en función de mecanismos jurídicos y del imperio de la ley.

Este intento de consolidar el control del poder ejecutivo sobre el judicial empobrece la salud de la democracia mexicana. En un sistema de pesos y contrapesos, la independencia judicial es esencial para garantizar la justicia y el equilibrio de poder. En tiempos en los que el ejecutivo domina el legislativo y otras instituciones, es fundamental mantener un poder judicial fuerte y autónomo, como lo he dicho anteriormente, la última linea de defensa de las instituciones que hemos construido como país.

Como ciudadanos, debemos recordar las reflexiones de Winston Churchill y defender la crítica constructiva, la independencia judicial y el respeto por la Constitución. Solo así podremos mantener una democracia saludable y resistente ante los desafíos que enfrentamos en la actualidad. Hitler a diferencia de Churchill, se rodeó y prefirió que su grupo cercano de asesores solamente le dieran buenas noticias, era intolerante a la crítica.  Al borde de la destrucción de Alemania, el seguía con una falsa apreciación de la realidad. Lo que sucedió lo sabemos todos. La ausencia de crítica permite que un lider pierda contacto con la realidad, y eso llena de errores la ruta del gobierno e impide se tomen decisiones que generen bienestar para todos. El ataque a la Suprema Corte, es uno de esos errores.

POR JOSÉ LAFONTAINE HAMUI

ABOGADO


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