La semana inició con un tipo de cambio inferior a 19 pesos. Es nuestra responsabilidad remarcar que la fuerza de la economía mexicana no ocurrió de la nada. Estamos viviendo los efectos de las políticas de la Cuarta Transformación de la vida pública de México.
La principal política es la inclusión del gasto social en el presupuesto. Desde el Senado hemos trabajado durante cuatro años junto con los legisladores para garantizar que nuestro presupuesto incluya inversión en donde más se necesita: en el bienestar de la ciudadanía.
Además, el gasto público se ha priorizado para el desarrollo de infraestructura social y estratégica. De manera que todos los gastos personales de las burocracias doradas se eliminaron, como los altísimos salarios o las compensaciones mensuales.
La política de inclusión del gasto social ha generado una cultura de austeridad republicana, un aumento en el salario mínimo, una regulación en el cobro de impuestos, el saneamiento de las empresas productivas del Estado, un control de la inflación por medio de programas prioritarios, así como la inclusión de un subsidio a los combustibles.
A principios del mes de enero, en la reunión trilateral entre los presidentes de México, Estados Unidos y Canadá, se acordaron los mecanismos para iniciar el proyecto de sustitución de importaciones de la región.
Como senadores, consideramos que este es el paso más importante para nuestra región, pues desde hace años la balanza comercial ha beneficiado a otras naciones, frenando el desarrollo de la industria latinoamericana.
Con el plan de sustitución de importaciones, por primera vez tenemos la oportunidad de impulsar el desarrollo de México y estrechar aún más nuestros vínculos con nuestros connacionales de Estados Unidos.
Un ejemplo es nuestra relación comercial con China, exportamos nueve mil 256 millones de dólares anuales, pero importamos 101 mil 21 millones de dólares anuales, es decir, tenemos una balanza comercial de -91 por ciento. Así ocurre con regiones como Europa donde la balanza comercial es de -31 por ciento y con otros países de Asia de -60 por ciento.
En cambio, entre México y Estados Unidos existe una larga historia de interdependencia e intercambios. Nuestro vecino ocupa el lugar número uno, con 80.64 por ciento de las exportaciones de México, y 43.70 por ciento de las importaciones. De manera que 61.97 por ciento del comercio total de México es con Estados Unidos.
En este sentido, el plan de integración económica tiene como política central la sustitución de importaciones, y de muchas formas es un paso esperado frente a la estrecha relación entre México y Estados Unidos.
Pero nada de esto habría sido posible, sin la plataforma política de nuestro movimiento:
1. El combate a la corrupción inició con la inclusión del gasto social en el presupuesto, ya que de ese modo se eliminaron los excesos de la burocracia en aspectos que no benefician a los mexicanos.
2. La limpieza de las finanzas del gobierno y la austeridad republicana han detonado el desarrollo de las empresas productivas del Estado para garantizar presupuesto a largo plazo destinado al bienestar. En lugar de asumir más deuda pública.
3. La inclusión de programas prioritarios garantiza un “piso parejo” para el libre desarrollo de la personalidad de los ciudadanos y el ejercicio pleno de sus derechos.
4. La construcción de infraestructuras críticas, como el proyecto transístmico o la modernización del sistema de transporte nacional (trenes, carreteras, aeropuertos y puertos) son el detonador para la industrialización de México.
Hay muchas otras políticas importantes, y fundamentales. Aunque en mi consideración, las que he señalado aquí son relevantes para entender la estabilidad y fuerza de nuestra economía.
Uno de los síntomas de esa gran salud, es el súper peso.
José Narro Céspedes
Colaborador
@NarroJose
MAAZ