ENRIQUE GRAUE AGITA AGUAS EN LAS QUE NO SABE NAVEGAR

Tibio

El rector ha quedado atrapado en el fango de la tibieza. Se hunde. Y puede arrastrar a la UNAM con él.

OPINIÓN

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Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La tibieza de Enrique Graue, sigue pasando factura a la UNAM. El rector tiene un liderazgo endeble que no le ayuda ni a la Universidad ni a la comunidad universitaria. Su errático actuar trae consecuencias, y adquiere mayor relevancia en la antesala de la sucesión en rectoría este año. Graue agita aguas en las que no sabe navegar.

El pasado viernes, casi un mes después de desatarse el escándalo por el plagio de tesis de la ministra Yasmín Esquivel, el rector apareció. Salió para decir poco y hacer menos. Habló durante 10 minutos y sí, criticó el plagio, pero no se atrevió a ir más allá. Justificó que la UNAM no puede hacer nada pese al evidente acto de deshonestidad de la ministra de la SCJN, probado por la FES Acatlán. Graue sigue pateando el bote, sigue sin atreverse a más, sigue tibio.  

El momento reclama, al menos, un poco de arrojo, pero el rector carece de él.  Mientras tanto, Esquivel ya sin legitimidad y probidad para estar donde está, sigue aferrada a su asiento en la Corte.

La tesis de la ministra es "sustancial"; de la original, presentada por Édgar Ulises Báez, concluyó el comité de ética de la FES Aragón. Hubo plagio, pues. La ministra registró su tesis profesional en 1987; Báez lo hizo en 1986. No hay manera de pelear con el calendario. 

La UNAM sigue lavándose las manos, pese a que tiene facultades para ir más allá. Le lanzó la papa caliente a la SEP, pero la Secretaría ya la devolvió.

“La falta de integridad académica que representa (el plagio) no solo es inadmisible, sino que ha lastimado severamente a la UNAM”, dijo Graue. Y sí. Pero también se le lastima con la inacción. ¿Por qué no va más allá? A estas alturas, las palabras no resuelven nada. 

“Estamos estudiando las distintas alternativas y las consecuencias que pudieran darse como resultado de acciones sancionadoras adicionales”, señaló. Cuatro semanas después, en eso está el rector.

Esquivel incumple con los requisitos para ocupar un asiento en la SCJN: el artículo 95 de la Constitución señala que, además de contar con título profesional de Licenciatura en Derecho, quien ocupe el cargo debe gozar de “buena reputación”. Apunta, además, que debe tener como características “honorabilidad, competencia y antecedentes profesionales”. ¿Alguien, además de ella, puede defender su probidad, honradez y buena reputación? Si la UNAM le retirara el título de Licenciatura no podría estar más sentada en la Corte. ¿Puede hacerlo la Universidad? Puede. Y debe.

“Las universidades y las instituciones de educación superior a las que la ley otorgue autonomía tendrán la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mismas”, dice el artículo 3 de la Constitución. El presidente López Obrador se lo leyó a Graue la mañanera del mismo viernes. ¿Qué necesita la UNAM para actuar? ¿Es o no autónoma? ¿Defiende o no su autonomía? ¿La ejerce o no el rector?

El rector ha quedado atrapado en el fango de la tibieza. Se hunde. Lo penoso no es tanto eso; Graue ha lastimado el brillo de la Universidad durante su gestión. El problema es que puede arrastrar a la UNAM con él.