El diputado Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas tenía mucho que celebrar ayer en San Lázaro, además de elogiar la participación y propuesta de su compañera de partido Yolanda de la Torre --extender el plazo de los militares en labores de seguridad pública- con un eufórico grito desde la tribuna que demudó a los ilusos del blanquiazul y del perredismo: “¡Bravo mi Yola! ¡Chingonsísima!”
Antes que nada, el presidente del PRI logró salvar su cabeza (a cambio de entregarse a Morena y poner ante el abismo a la coalición va por México PAN-PRI-PRD). Su posible desafuero ya perdió interés para los morenos. Se le aplicará “un criterio jurídico y no político”, diría Ignacio Mier mientras transcurría la sesión.
Y no sólo eso. También le “regresó” a Alito la presidencia de la Comisión de Gobernación de la que fue despojado hace unas semanas, por indicaciones suyas a Gerardo Fernández Noroña, para operar el numerito.
También recibieron como obsequio –extensivo supuestamente a todos los gobernadores-, la promesa del coordinador de Morena de recuperar el Fortaseg para contar con recursos de financiamiento para las policías estatales y municipales.
La bancada de los diputados priistas, con escasas excepciones, lucía tan eufórica como en sus mejores tiempos. La posibilidad de romper la Alianza Opositora ni siquiera los inquietaba. La única preocupada por ello era la mexiquense Ana Lilia Herrera, quien busca ser la candidata a la gubernatura de la coalición. Su voto en abstención (el único como tal en el tablero) fue su manera de “salvar” la situación.
Dolida, en cambio, y así lo dijo abiertamente desde la tribuna, la oaxaqueña Eufrosina Cruz. En una de las participaciones más auténticas que escuchamos durante las ocho horas de debate, la priista reconoció que ésta era una de las decisiones “más complejas” que la vida le había puesto. Es un voto “de emergencia” ante el fracaso de la estrategia de seguridad, y ahora sólo nos queda “sobrevivir”.
“Espero que legalmente no estemos matando a la democracia”, indicó, para luego rematar con un “ojalá que un día, ser tan valiente, no sea tan caro…”
Los Morenos se sumaron a la felicidad de los priistas, pero un buen número de sapos tuvieron que tragar durante esa sesión en la que a duras penas rebasaron por dos votos la mayoría constitucional. Totalizaron 335 votos a favor.
Escucharon a los panistas acusarlos de “traidores”. Repelaron ante el dicho de que “la Constitución es eso con lo que ustedes se limpian el culo”. Se levantaron de sus curules y protestaron cuando compararon al presidente López Obrador con Victoriano Huerta y vieron la nueva insignia de la 4T con la imagen de “El Chacal”.
Y así, en ese tenor, los del partido en el poder (con el priismo ahora a su lado) hubieron de aguantar los señalamientos de la oposición. De la nueva oposición cucha.
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POR MARTHA ANAYA
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