DESDE AFUERA

Palacio Nacional y política exterior

El país está enfrascado en un diferendo con EU ante las demandas de "piso parejo" para la producción, distribución y venta de energía

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La reciente aprobación legislativa del nombramiento de Eduardo Villegas como embajador en Rusia reencendió el debate en torno a la política exterior del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y el papel de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Constitucional, legal, políticamente, nadie niega que el Presidente de la República es quien determina la política exterior de México, y que el Secretario de Relaciones Exteriores es el responsable de ejecutarla. Pero también de aconsejar al mandatario y de dar explicaciones a la ciudadanía.

Pero la política exterior no es, no puede ser, una cuestión de simpatías personales del gobernante o los afectos del Canciller. Es un elemento de seguridad nacional real, donde se juegan intereses económicos, políticos y estratégicos.

Le tocaría pues informar de la situación de las relaciones externas. Cierto, hay un grado de comunicación y hasta acuerdo con algunos países latinoamericanos, al grado incluso de jugar favoritos, pero conflictos, problemas y desavenencias con muchos otros, desde Estados Unidos hasta Panamá, sin olvidar la Comunidad Europea.

No parece haber grandes divergencias públicas con dictaduras "de izquierda" como Nicaragua. La realidad y la necesidad llevan a desavenencias, sobre todo, comerciales y de interpretación de tratados, con potencias con las que se tienen acuerdos. Pero para eso están los documentos y la diplomacia. Palacio Nacional, sin embargo, parece indiferente a unos y otros.

El país está enfrascado en un diferendo con Estados Unidos ante  las demandas de "piso parejo" para la producción, distribución y venta de energía. Es una cuestión de abogados y de interpretaciones técnicas que algunos quieren ver como un cuestionamiento a la soberanía nacional.

Políticamente puede ser conveniente. Los costos inmediatos y futuros para la economía nacional pueden ser brutales.
Hay también críticas a los nombramientos hechos a diferentes puestos de embajada, como una señal del desdén al ejercicio diplomático; también podría considerarse que manifiestan un relativo aprecio a presuntos amigos beneficiados.

Es difícil imaginar a Villegas, el flamante embajador en Moscú, en pláticas para sus planes de "hackatón de Wikipedia en ruso" con Serguéi Lavrov, el Ministro de Relaciones Exteriores ruso, en medio de la crisis creada por la invasión a Ucrania.

Y eso sin olvidar que Villegas, y otros nombramientos recientes, ingresan a un Servicio Exterior bocabajeado y con una escala salarial establecida hace 20 años, que vió a algunos de sus miembros y sus familias dormir en catres y colchones de aire porque la SRE, o "alguien", no atendía demoras de hasta un año o más en el traslado de muebles de casa de un país a otro.

Pero don Marcelo tiene que hacer lo que puede y tragar lo necesario para mantenerse en la competencia política con una Claudia Sheinbaum que fue electa y no nombrada, aunque se hinque ante el mismo altar.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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