Si algo nos dice el pulso que reflejan las redes, sobre el estado anímico de la sociedad post pandemia, además del cansancio de una situación que parece prolongarse en el tiempo, es el deseo de algo distinto. Entre los temas recientes más recurridos, como fueron en su día la pandemia y la guerra de Ucrania, van apareciendo otros que mucho dan que pensar sobre el modelo de sociedad que tenemos, y querríamos cambiar. Hace poco más de dos años, el coronavirus vino a cuestionar seriamente algunos de nuestros hábitos sociales al grado que, hoy día, seguimos tratando de calibrar el impacto que han tenido estos cambios en la gente mayor, en los jóvenes y, aunque parezca inverosímil, también en los niños pequeños.
No hay mal que por bien no venga, refrán que se confirma al considerar que, la magnitud de cambios que hemos sufrido en tan pocos años han servido para considerar prioridades, asumiendo que el rumbo actual de la sociedad y, que no les gusta, no es irreversible. Quizá lo más relevante que nos ha sucedido es la añoranza de modos de vida más sencillos, el gusto por disfrutar pequeños goces al alcance de la mano, y el deseo de volver a lo real.
En un artículo reciente de aceprensa titulado Macrotendencias de nuestro tiempo, Marian Salzman formula algunas preguntas que invitan a repensar nuestras ideas sobre el trabajo, el progreso, el éxito o el bienestar. Me quedo con algunas ideas que vale la pena analizar: Respecto a la dinámica del tiempo que hoy día empuja incesantemente a la velocidad, retomar el hoy y el ahora, aprovechar el momento, fórmulas tan sencillas como el “haz lo que haces y está en lo que debes”, sin agobiarse por un tiempo que ya pasó, ni angustiarse por un futuro que no sabemos si llegará para nosotros. Esto, sin dejar de ser previsores en lo que nos corresponde, pensando en las generaciones futuras.
En cuanto al trabajo, ¿Qué tiene de progresista una organización laboral que hace “trabajar a la gente hasta la extenuación, o que asume que el descanso o la vida familiar son lujos para ricos? comenta Nilanjana Roy crítica literaria, editora y autora de varios libros en la India. Y por otra parte, “¿Merece el nombre de riqueza o desarrollo un crecimiento económico que destruye a la naturaleza o margina a la población? Nos dice María Ángeles Durán investigadora española especialista en trabajo no remunerado.
Son muchas las preguntas que invitan a poner el foco en cuestiones cruciales, movidas por ese deseo de algo distinto que la sociedad reclama como sería, la salud mental en los adolescentes, el aumento de soledad dentro y fuera de las familias, el control de la natalidad, en contraste con el envejecimiento de las generaciones. El retraso de la maternidad y a la paternidad, cuando no el rechazo a los hijos, y el manejo de tendencias englobadas en la ideología de género, cuestiones que confunden y polarizan poniendo en juego nuestra condición humana.
Sorprendentemente estos últimos días, vuelven a tomar un lugar prioritario en el centro de la discusión, la disputa sobre valores morales que algunos pensaban superados, como muestra el escándalo que suscitó la revocación de la sentencia Roe v. Wade sobre el aborto y las relacionadas con la objeción de conciencia, el adoctrinamiento en las escuelas y el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones y valores.
Son muchos los temas pendientes que reclaman el deseo de algo distinto en las sociedades actuales.
POR PAZ FERNÁNDEZ CUETO
COLABORADORA
PAZ@FERNANDEZCUETO.COM
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