COMANDO Y CONTROL

Rusia y sus alianzas simuladas

Moscú muestra señales de desesperación e intenta maniobrar políticamente para crear nuevas coaliciones geopolíticas

OPINIÓN

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Íñigo Guevara Moyano / Comando y Control / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La reanudación de la Guerra Fría entre Rusia y Occidente propicia un reacomodo espectacular del mapa geopolítico alrededor del mundo, incluyendo nuevas y renovadas alianzas. 

La estrategia de Moscú es aparentar tener todo bajo control, desestimar los efectos de las sanciones de Occidente y pintar una narrativa caótica sobre el futuro económico de sus adversarios en un intento, un tanto desesperado, por atraer nuevos aliados. 

Los socios militares y económicos de Rusia son hoy mucho menos –tanto en cantidad como en calidad– que los aliados de la Unión Soviética durante la Guerra Fría. 

La coalición militar más importante de Moscú es la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), una versión "pobre" de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), fundada en 1992, y definitivamente una sombra de lo que fue en un momento el Pacto de Varsovia. 

La OTSC está compuesta por seis países: Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán; Georgia y Azerbaiyán se desvincularon en 1999, y Uzbekistán en 2012. 

Asimismo, mantiene un sistema de defensa colectivo similar a la OTAN, obligando a las naciones a solidarizarse en caso de una agresión. La capacidad militar de la OTSC es prácticamente nula; Kirguistán y Tayikistán son altamente dependientes de Rusia para garantizar su seguridad, y sólo Bielorrusia y Kazajistán cuentan con fuerzas armadas relativamente modernas, pero con poca facultad de despliegue. 

Para el plano económico, Rusia creó en 2015, un organismo similar en concepto a la Unión Europea (UE), llamada la Unión Económica Euroasiática (UEE) que incluye a los mismos miembros que tiene la OTSC con excepción de Tayikistán, que no fue admitido pues mantiene una disputa territorial con su "aliado" Kirguistán. 

Estas coaliciones militares y económicas le cuestan a Moscú mucho más de lo que le aportan, sin embargo, le permite tener atribución dentro de las naciones de esta región, sobre todo, para contener la influencia de China, Turquía y Occidente en su periferia.

Recordemos que China –lejos de ser un aliado incondicional– es tanto socio como competidor y Rusia sabe muy bien que Beijing va a actuar en su contra en cuanto tenga una oportunidad estratégica.  

Un ejemplo es Kazajistán, que, empoderado por el incremento significativo de sus lazos políticos y económicos con China, implementó sanciones en contra de Rusia, a pesar de su membresía en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva y la Unión Económica Euroasiática. 

Plagado de aliados que le restan en vez de sumar, Moscú muestra señales de desesperación e intenta maniobrar políticamente para crear nuevas coaliciones geopolíticas.

La semana pasada, un representante de la Duma anunció que Rusia impulsaría el Nuevo Grupo de los Ocho (NG8) que sería formado con la participación de naciones como Brasil, China, India, Indonesia, México, Irán y Turquía. Esto bajo el argumento que el G7, formado por Estados Unidos, Alemania, Canadá, Italia, Reino Unido, Francia, Japón –las economías más desarrolladas del mundo– está en declive.  

La idea de China e India coordinándose en materia económica, política o militar está tan alejada de la realidad, como la idea guajira que los integrantes del G7 están en declive.  

No obstante, para el gobierno de México, lo más conveniente en este momento, en deslindarse de inmediato, pública y enérgicamente de cualquier asociación con Rusia, ya sea política, militar o económicamente. 

POR IÑIGO GUEVARA MOYANO
DIRECTOR DE LA COMPAÑÍA DE INTELIGENCIA JANES Y ACADÉMICO VISITANTE DEL ATLANTIC COUNCIL, EN WASHINGTON, D.C.

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