PASIÓN POR CORRER

Correr con papá

Seguramente esos hijos cuando eran pequeños esperaron para ver pasar a su padre en la acera de alguna avenida, tal vez portando alguna cartulina con un mensaje de motivación o corrieron juntos los últimos metros antes de cruzar la meta

OPINIÓN

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Rossana Ayala / Pasión por Correr / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

No es raro ver que hijos de corredores sigan los pasos de sus padres en esta afición como ejemplo de disciplina, salud, de pasión por el deporte y espíritu competitivo. El running amateur se ha popularizado el tiempo suficiente como para que varias generaciones compartan esta pasión.

Y es que sólo basta con observar en calles y parques, a cualquier hora del día, para darnos cuenta que corren desde niños, jóvenes, hasta veteranos de más de 60 años. Así que no es difícil encontrarse en alguna carrera, con que padres e hijos corren juntos. Seguramente esos hijos cuando eran pequeños esperaron para ver pasar a su padre en la acera de alguna avenida, tal vez portando alguna cartulina con un mensaje de motivación o corrieron juntos los últimos metros antes de cruzar la meta.

Y ahora estos jóvenes, aunque con menos años, son buenos corredores, porque aprendieron de sus padres la experiencia de decenas de carreras o tal vez se trate de familias que hicieron de las carreras un pretexto para estar juntos, incluso hasta para viajar.

Por otro lado está el caso del corredor que comenzó a correr solo, sin el ejemplo de la familia. Para ellos, la relación correr-padre o madre, se reduce al principio a expresiones de preocupación: “Hija esto de correr tanto no creo que sea bueno, hasta se te puede caer la matriz”. Pero después de un tiempo comprenden que algo de bueno tiene esto que tanto nos gusta hacer, pues nos ven contentos y con un estilo de vida más saludable.

Muchos de estos corredores, bajo el principio de “nunca es tarde para empezar” motivan a su padres a ejercitarse, y los ves los fines de semana dando algunas vueltas por el parque o haciendo juntos ejercicios de flexibilidad.

¿No te parece buena idea invitar a tu padre a caminar un rato por alguna linda avenida o al parque al que te llevaba cuando eras niño? Mientras caminan juntos puedes platicarle ¿Cómo fue que empezaste a correr? ¿Cómo es que planeas tus entrenamientos? ¿Cómo te sientes ahora y cómo ha cambiado tu vida desde que corres? Quién quita e igual y se anima y termina gustándole trotar y compartir con su hijo esta pasión por correr.

En mi caso, yo he tenido la fortuna de correr cuatro maratones, y en ninguno de ellos pudo verme mi padre, pero siempre, en cada una de esas carreras, invariablemente cuando cruzaba el kilómetro 38 y empezaba a sentir lo que llamamos el “muro”, que es ese punto en que sientes que ya no puedes más y estás a punto de desfallecer y casi quieres rendirte y abandonar la carrera, justo en ese punto la imagen de mi padre venía siempre a mi cabeza.

Era como si, en el momento que más necesitaba fuerzas y aliento para seguir, su rostro se me apareciera dándome ánimos, diciéndome que yo podía y debía seguir, que no me rindiera y llegara a la meta. Siempre quise verlo cuando cruzara la línea final, pero sé que a través del tiempo y del espacio, él siempre ha estado presente en cada vez que pude terminar un Maratón.

¡FELIZ DÍA PAPÁ!

POR ROSSANA AYALA
AYALA.ROSS@GMAIL.COM
@AYALAROSS1

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