COLUMNA INVITADA

Embajadas y consulados: premios políticos

¿Será paranoico ver una relación entre los exgobernadores priistas que gozan de algún puesto como embajadores o cónsules y que sus territorios sean ahora de Morena?

OPINIÓN

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Ignacio Anaya Minjarez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Al echar un vistazo a la lista de embajadores y cónsules que México ha mandado al exterior, uno se encontrará con ciertas personalidades conocidas; por ejemplo, Octavio Paz fue embajador en la India de 1962 a 1968. Entre otros grandes personajes que desempeñaron cargos diplomáticos están: Rosario Castellanos, Jaime Torres Bodet, Genaro Estrada, Gilberto Bosques, etc. Las razones por las cuales estas personas son seleccionadas varían, pero, en general, obedecen a sus capacidades diplomáticas y culturales para llevar a cabo dicha labor. Igualmente, hay quienes cuentan con grandes trayectorias en el Servicio Exterior Mexicano, aptas para que puedan representar a la nación ante otros países. Por último, están aquellos que, con poca o nula experiencia diplomática, son designados cónsules o embajadores como premio por algún servicio.

Nathaniel Davis, exfuncionario del Servicio de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, señalaba en un artículo titulado Embajadores en la Política Exterior: La influencia de los individuos en la política latino-estadounidense (1987) de Neale Ronning y Albert Vannucci que: “Algunas personas piensan que los antecedentes de un embajador, sus cualidades personales, sus habilidades, su manejo de idiomas, sus contactos y su capacidad de juicio ya no son importantes…”.

En México, lo que se está presenciando con las embajadas y consulados en el extranjero parecería darle la razón a lo que piensan algunas personas. Tampoco hay que generalizar el trabajo de varios diplomáticos que hacen una labor extraordinaria y ponen en lo alto a la cultura mexicana. No obstante, es preocupante ver que, en algunos casos, el ser embajador se ha rebajado a un simple premio de obediencia o colaboración para unos, y un regalo por su servilismo para otros. 

Cabe mencionar que no solo obedece a estas cuestiones, ya que también es una herramienta para desplazar, aparentando ciertas formalidades y elegancias, a otros sujetos del escenario político y reafirmar el control sobre este. Así pasó con José López Portillo al nombrar embajadores a Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría.

 ¿Será paranoico ver una relación entre los exgobernadores priistas que gozan de algún puesto como embajadores o cónsules y que sus territorios sean ahora de Morena? No por nada, se ha dicho, entre chistes y rumores, que a Omar Fayad y Alejandro Murat les esperan sus prontas designaciones hacia el extranjero. Un “premio” por haber permitido las victorias del partido hegemónico. 

Solo el tiempo dirá si así será, pero la experiencia con otros gobernadores ha levantado sospechas: Sinaloa, Sonora y Campeche entran en la lista. Al que coopera se le recompensa, al que no… es otra historia. Una estrategia sólida sustentada en premios y lealtades a cambio de asegurar el poder político. Un nuevo rumbo en la diplomacia mexicana.

POR IGNACIO ANAYA 

@IgnacioAnay

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