DEFINICIONES

Seguirán matando periodistas

Los asesinatos de comunicadores son tan comunes que ya no ocupan las primeras planas

OPINIÓN

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Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

José Luis Gamboa, Margarito Martínez, Lourdes Maldonado, Roberto Toledo, Heber López, Jorge Camero, Juan Carlos Muñiz, Armando Linares y el pasado jueves, Luis Enrique Ramírez, columnista de El Debate de Sinaloa.

Nueve periodistas asesinados en lo que va de 2022. Trágico. Uno, en promedio, cada 14 días. Cada dos semanas un comunicador es asesinado. ¿Dónde está la autoridad? ¿Dónde el Estado de derecho? ¿Qué está pasando? ¿Cómo se detiene esta espiral de violencia? ¿Quién para las agresiones?

En México, matar periodistas es fácil. Quien lo hace tiene 90 por ciento de probabilidad de no ser detenido, de nunca ir a juicio, de jamás pisar la cárcel.

La impunidad acompaña el asesinato de periodistas. También la indolencia de las autoridades que a veces no investigan, y otras, están detrás de los crímenes. Más de la mitad de los ataques a comunicadores vienen de alguna autoridad (Artículo 19). México es, por tercer año consecutivo, el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo (Reporteros sin Frontera), quizá el indicador más alarmante de los ataques a la libertad de expresión; la estampa más preocupante de la afrenta al derecho a la información de una sociedad.

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Los asesinatos de periodistas son tan comunes que ya no ocupan las primeras planas. Las agresiones están normalizadas. No importa que los periodistas alcen la voz y denuncien amenazas. Igual los asesinan. Le pasó a Luis Enrique Ramírez, como antes le sucedió a Armando Linares, que había denunciado ataques y amenazas contra su medio, Monitor Michoacán. 

Lo mismo ocurrió con Lourdes Maldonado, asesinada en Tijuana en enero pasado: había expresado —incluso en una mañanera del Presidente— su temor por amenazas. No tuvo la protección suficiente. Pero esa realidad no es nueva.

En junio de 2019, por ejemplo, mataron a tiros a la periodista Norma Sarabia, llegando a su casa en Huimanguillo, Tabasco. Ella fue la décima comunicadora asesinada desde que comenzó el sexenio. Norma había recibido amenazas de muerte. Nadie la protegió. Desde hace por lo menos una década, nuestro país es el país más violento para ejercer el periodismo en América, y uno de los más peligrosos del mundo.

Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto hubo 47 asesinatos contra informadores, pero para como va la tendencia, este sexenio romperá el récord. Matar periodistas se puede, porque quienes debieran garantizar libertad de expresión, en no pocas ocasiones, son quienes buscan sepultarla.

Los encargados de proteger a los comunicadores, rara vez encaran el tema y son contadas las autoridades estatales que implementan mecanismos de protección. Y cuando matan a un periodista, algunos no se dan ni por enterados.

Otros sólo repiten la “enérgica condena” y el lugar común de “llegar hasta las últimas consecuencias”. Si el caso no conmociona a la opinión pública, hay carpetazo. Nadie investiga. Nadie va a fondo. Nadie castiga. Por eso seguiremos contando.

Por eso seguirán matando periodistas.

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM
@MLOPEZSANMARTIN

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