COLUMNA INVITADA

Encuestas y tapados

En Morena, las encuestas son el método principal para la designación de sus candidatos. Le ha dado resultado, porque rompe la lógica de las corrientes

OPINIÓN

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Onel Ortiz Fragoso / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

Andrés Manuel López Obrador sostiene que apoyará a quien sea el candidato o candidata de su movimiento, y considera que éste o ésta debe ser definido por una encuesta; asegura que las encuestas permiten que la gente sea quien decida y no las cúpulas partidarias.

En 30 años, las encuestas pasaron de ser una herramienta de la mercadotecnia, al medio para definir los candidatos del partido en el poder. ¿Por qué este método? ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Cuáles sus limitaciones?

Un candidato debe reunir por lo menos dos características. Competitividad, sin esta cualidad no tiene posibilidades de triunfo y consenso; el abanderado debe garantizar la unidad de los factores de poder de la fuerza política que lo postulan.

Durante la hegemonía del PRI, la maquinaria partidista y los recursos gubernamentales suplieron la competitividad del candidato y, por 71 años, la voluntad del Presidente de la República fue el único factor de decisión y consenso.

La debacle del PRI inició por una fractura interna en la designación de su candidato presidencial en 1988. Le alcanzó para mantener el poder por dos sexenios más, el de Salinas de Gortari y el de Ernesto Zedillo. Cuando perdieron la Presidencia, también perdieron su epicentro de decisión y de unidad. Ensayaron la elección por órganos de dirección; por voto de militantes y por factores reales de poder, gobernadores, fallaron, no generan candidatos competitivos y las fracturas siguen.

El PAN construyó un método de selección de candidatos definido por sus órganos internos, pero fueron rebasados en la designación de su candidato presidencial de 2018, donde su abanderado, Ricardo Anaya, no fue competitivo, ni garantizó la unidad.

En el PRD, el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas, primero, y de Andrés Manuel López Obrador, después, definieron la competitividad de sus candidaturas presidenciales y la unidad de 1988 a 2012. Pero la designación de candidatos a puestos de elección popular y dirección interna fueron un verdadero infierno. Ensayaron todos los métodos; uno de éstos, encuestas, las cuales primero fueron una herramienta de estrategia y después un factor de decisión. En 2012, la disputa entre López Obrador y Marcelo Ebrard la definió una encuesta.

En Morena, las encuestas son el método principal para la designación de sus candidatos. Hasta el momento le ha dado resultado, porque rompe la lógica de corrientes y proporciona candidatos competitivos.

Por años, uno de los pasatiempos principales de la opinión pública fue adivinar quién era el preferido del Presidente para sucederlo.

López Obrador afirma que ya no hay tapados. Tiene razón, porque no tiene un favorito, sino varios. La encuesta sólo la puede ganar uno de ellos o ellas, porque AMLO inició el proceso de su sucesión desde el inicio de su gobierno, e hizo lo necesario para que, a estas alturas de su sexenio, sus preferidos sean competitivos. Engaña con la verdad.

La política es de bronce.

Por Onel Ortíz Fragoso

@onelortiz

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