MIRANDO AL OTRO LADO

Almas gemelas: AMLO y Putin

¿En qué se parecen la guerra rusa y México? En imposición ideológica, en promoción de odio y en la negativa al diálogo

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

¿En qué se parecen la guerra rusa y México? En imposición ideológica, en promoción de odio y en la negativa al diálogo. Claro, ahí terminan las similitudes obvias. México no enfrenta un ejército invasor que destruye a sus ciudades, ni el genocidio que cometen las tropas rusas ni las amenazas del uso de armas nucleares “tácticas”.

Pero la dinámica tendencial es similar. Los líderes de México y Rusia comparten la idea de querer ser considerados como portadores de una “misión histórica”, aunque sea autoasignada. Pero el contexto de cada país es diferente. Putin quiere crear un nuevo imperio pan-ruso mientras que López Obrador quiere dejar su nombre inscrito en letras de oro y en los libros de texto como el gobernante que rescató la amenazada soberanía nacional con nacionalizaciones. Cada uno con las respectivas fantasías que acompañan sus acciones de gobierno.

Putin advierte a Occidente que podría dejar de suministrar petróleo y gas, al mismo tiempo que amenaza con utilizar bombas nucleares contra los países que apoyan a Ucrania con armas, alimentos y dinero. El general ruso que dirige la invasión a Ucrania ha anunciado que la intención de su ejército es conquistar no solamente la región conocida como Donbas, sino todo el sur ucraniano, sobre el mar Negro, para. así, obligar a otros Estados Bálticos a alinearse y someterse a los designios de Moscú.

La guerra en Ucrania está entrando en una fase peligrosa, porque será como una gran batalla de la Segunda Guerra Mundial, con grandes ejércitos, tanques y aviones atacándose en las llanuras de la meseta y planicie de Euroasia central. Se reporta que el ejército ucraniano tiene más tanques que los rusos listos para el combate. Y ninguno de los dos tiene superioridad aérea: los misiles Stinger que tienen en su poder los ucranianos han mantenido a la fuerza aérea rusa contenida y con fuertes limitaciones en sus acciones de ataque. Eso obliga a que muchos ataques rusos con misiles contra objetivos ucranianos partan de territorio ruso por la peligrosidad de las resistencias militares de Ucrania. Por otro lado, los drones Switchblade modernos que tienen en abundancia los ucranianos ofrecen, en conjunto, suficientes armas de alta peligrosidad para contener e, incluso, eventualmente desgastar y frenar al ejército ruso. Se prevé una guerra estancada y de duración prolongada.

Las amenazas contra Occidente logran, más que nada, radicalizar la resistencia interna ucraniana y fortalecen la decisión de la OTAN de utilizar la guerra iniciada por Putin como pretexto para destruirlo, económica y militarmente. La polarización, el declarado odio entre rusos y ucranianos debido a la invasión y la incapacidad de dialogar para acordar aunque sea un cese al fuego temporal, es la expresión máxima del fracaso de la política y la diplomacia. El del error estratégico de Putin.

Al mismo tiempo, y en una extraña coincidencia, el gobierno mexicano se encuentra empecinado en imponer forzosamente su ideología y proyecto político al país, aunque no sea del agrado de una mayoría de mexicanas y mexicanos, mientras promueve la polarización, incluso el odio al declarar “traidores a la patria” a quienes no comulgan con sus ideas. Además de esto, el Presidente mexicano se niega al diálogo con sectores opositores de la sociedad. Hace una semana, su iniciativa de cambio en los fundamentos de la industria eléctrica del país fracasó porque se negó a cambiarle “ni siquiera una coma”.

Al negarse a negociar aspectos de su iniciativa, se convirtió en el primer presidente mexicano en poner a consideración del Congreso una iniciativa de cambio constitucional y perder la votación. En otros casos, cuando un Presidente calculaba que no tenía los votos suficientes para lograr la aprobación de su iniciativa, no la presentaba a votación o simplemente la retiraba.

Pero López Obrador, a sabiendas de que no se aprobaría, insistió en su presentación. Ahora ha iniciado una campaña para declarar a los legisladores que votaron en contra como traidores a la patria. Así que, además de fracasar en su propósito legislativo, aprovecha el momento para fomentar la polarización, el odio y la violencia en el país. Prepara el terreno para declarar ilegal a la oposición, pues, a su decir, al oponerse a acciones suyas la oposición se coloca fuera de la Constitución. Como el Presidente se considera a sí mismo la reencarnación de “La Patria” entonces quien se le oponga está obrando en la ilegalidad. El castigo de ofender a La Patria es la cárcel.

Se ha dicho que este próximo miércoles AMLO presentará dos iniciativas de reformas constitucionales adicionales: la reforma al Instituto Nacional Electoral y otra sobre la Guardia Nacional. En ambos casos es previsible, desde ahora, que el bloque opositor que rechazó la reforma eléctrica también se unificará para rechazar estas dos iniciativas presidenciales. Y es advertible que sucederá lo mismo que sucedió con la reforma anterior. A saber, el Presidente se negará a cambios en los textos presentados, la oposición se unifica para votar en contra y, por tanto, rechazará ambas propuestas. Ante ello, el Presidente promoverá una radicalización aún más profunda y grave del país, bajo la convicción de que ese enfrentamiento es su deber y, curiosamente, le conviene electoralmente.

La campaña de declarar como “traidora” a la oposición iniciada por López Obrador sirve para empezar a probar los límites de las posibles acciones legales contra la oposición, que podría llegar a declarar a los traidores como actores contrarios a la ley que merecen penas carcelarias.

Así, utilizará esa nueva situación de rechazo a sus futuras iniciativas constitucionales para dar inicio a una guerra entre ricos y pobres, privilegiados y no-privilegiados, buenos y malos, patriotas y traidores, narcos y sociedad civil. Inicialmente era una guerra de ideas. Pero, dada la naturaleza humana, esa guerra de ideas tenderá a convertirse en un enfrentamiento de palabras, de acciones y eventualmente de enfrentamiento entre personas. Es decir, en violencia física. Por eso quiere el control total de las armas, con la reforma de la Guardia Nacional. Para tener su ejército personal que podrá ir contra la oposición “ilegal”: esa traidora oposición que viola la Constitución y que, por tanto, no merece consideraciones y mucho menos diálogo.

Para el Presidente es mucho más su enemigo la sociedad que lo critica (ecologistas, mujeres, derechos humanos, constitucionalistas, legisladores, partidos de oposición, entre otros) que el narcotráfico y el crimen organizado.

En ese camino, la cancelación de las elecciones presidenciales del 2024 es un proyecto que da vueltas en la cabeza de un Presidente que quiere todo el poder. La justificación de su cancelación como un acto patriótico para asegurar la salvación de la patria es perfectamente comprensible dentro de la ruta política de López Obrador.

Finalmente, es muy poco lo que separa a Putin de López Obrador. Geografía, sí; pero la intencionalidad totalitaria del gobernante es exactamente la misma. Así son las almas gemelas.

POR RICARDO PASCOE

ricardopascoe@gmail.com

@rpascoep

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