Columna invitada

Profe Bonfil

Logró la difícil conjunción de ser, a la par, servidor público y docente. El Senado le otorgó la medalla Belisario Domínguez

Profe Bonfil
Antonio Meza Estrada / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Fue el perfecto gozne entre educación y mundo rural: campesinos y maestros. Fue el enlace perfecto entre misioneros culturales y alfabetizadores. Logró la difícil conjunción de ser, a la par, servidor público y docente —algo excepcional­—. Autor de libros-vivencia y practicante de la docencia en la normal. Ejerció la política desde el naciente Partido Nacional, a la vez que creó la organización sindical y la Academia Mexicana de la Educación. En suma: fue un docente volcado hacia la sociedad de su tiempo.

Me refiero al maestro Ramón G. Bonfil, a quien, en las postrimerías de su vida, el Senado le otorgó la Belisario Domínguez, que honró con su intensa trayectoria.

Organizó el Seminario Internacional de Modelos Educativos en SLP, para socializar entre los educadores y administradores, el qué y el cómo del educar en otras latitudes. Allí lo conocí, a mediados de los 80 y me distinguió con sus consejos, reflexiones y peticiones. Solía visitarme en los años que estuve en SEP y dialogar sobre el devenir de la educación rural del país y la deuda de la Revolución con los campesinos que pagaron su costo y poco se beneficiaron.

Pero creo que su mayor contribución a la vida, fue como padre. Fue papá de dos grandes valores de la cultura nacional: Alfredo V. Bonfil, líder campesino trágicamente fallecido en un accidente de aviación frente a Veracruz, y Guillermo Bonfil, sin duda alguna uno de los grandes comprendedores de nuestra sociedad —se dice, antropología, ah—. Guillermo también murió en un accidente en la Ciudad de México.

Me referiré a Guillermo, descubridor del concepto del “México profundo”, esa civilización que está latente y a la vez actuante en todo momento de la vida nacional. A la que se ha querido sobreponer la loza del “occidentalismo y la modernidad”, sin el sufragio de los destinatarios.

Le tocó a don Ramón educarlos y llevarlos de su ejemplo de servidor público dentro de la augusta medianía —al puro estilo juarista—. Pero también, ver la cima de su desempeño en la política agrarista y la reflexión académica… y finalmente, acompañarlos a sus tumbas.

POR ANTONIO MEZA ESTRADA
COLABORADOR
YERBANIS33@GMAIL.COM

MAAZ

 

Temas