COLUMNA INVITADA

Ucrania, cambio de época y política exterior

“El 24 de febrero marcó un cambio de época, un Zeitenwende en la historia”

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“El 24 de febrero marcó un cambio de época, un Zeitenwende en la historia”. Así abrió el canciller alemán un discurso que se estudiará en años por venir, sobre el día cuando Rusia invadió a Ucrania e inició el mayor conflicto europeo desde la Segunda Guerra Mundial.

La frase no es hipérbole; en pocos días el mundo ha visto cambios a políticas e inercias que habían durado décadas: Alemania, dispuesta nuevamente a armarse; países tradicionalmente neutrales, como Suecia o Finlandia, impulsados también a repensar sus posiciones —en días recientes han enviado armas a Ucrania—, una alianza militar aletargada que ahora parece despertar súbitamente. Todo esto recuerda a ‘El mundo de ayer', libro en que Stefan Zweig consignó con melancolía cómo toda una realidad se transformaba ante sus ojos.

Hizo falta una amenaza colectiva, pero parece que Europa, Estados Unidos y en general “Occidente” (término mal empleado, pero útil) empiezan a rearticularse, a reencontrar un proyecto e identidad común en torno a los valores del liberalismo democrático, tras años de desacuerdos y suspicacias, en buena medida atizados por el ascenso de los populismos globales y la polarización social. Estamos, pues, en ese tiempo bisagra, entre el ayer que no termina de irse y el futuro que apenas se atisba.

Ante esta época de cambios, México encuentra en sus principios de política exterior un asidero para navegar con mayor certidumbre las aguas tempestuosas. He dicho y he sostenido que los principios evolucionan y deben leerse a la luz de los intereses de las naciones; pero también es cierto que ofrecen estabilidad: facilitan —al menos en teoría— que nuestros gobiernos actúen responsablemente, con visión de Estado y por encima de ideologías o intereses particulares, a la vez que dan certidumbre al mundo sobre cómo actuará nuestro país.

El cambio de época que vivimos, que parece indicar —entre otras cosas— un énfasis renovado en la seguridad, con nuevos equilibrios en ciernes que podrían tanto disuadir el conflicto, como hacerlo más probable, y en los que se vuelve a hablar en el lenguaje de las “zonas de influencia”, hace más que pertinente para México reivindicar principios, como la libre determinación de los pueblos, la no intervención en los asuntos de otro Estado o la solución pacífica de las controversias. Por supuesto, hay un componente ético en la defensa de estos principios, pero también uno pragmático, derivado de nuestra vecindad geográfica, nuestra vocación como país pacifista y con crecientes intereses globales, al que no conviene el conflicto.

Como lo demuestra la invasión de Ucrania y el enfrentamiento bélico, nuestros principios no tienen por qué ser sinónimo de indefinición: de hecho, ellos nos señalaron la necesidad de condenar la acción rusa. A su vez, nos permiten mantener interlocución diplomática, que siempre es más útil que las rupturas.

Con esta visión, México tiene la oportunidad de ser una voz importante y responsable en este Zeitenwende, que exige tanto convicción y firmeza, como prudencia y mesura. Afortunadamente, tenemos para ello un Servicio Exterior a la altura de estos tiempos.

Claudia Ruiz Massieu

Senadora de la República

@ruizmassieu

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