No se hubiera creído que la era de la comunicación horizontal y de la democracia participativa sería el contexto de escenarios cuyos árbitros se erigieran en juez, parte y censores de procesos que deben ser problematizados a través de la libre expresión y del derecho a la información.
En medio de la guerra infodémica en que participan medios hegemónicos que tienen como arena las redes sociales, distintas plataformas alineadas al pensamiento occidental decidieron bloquear la manifestación de ideas, posturas e información provenientes de Rusia, así, de un plumazo. Lo que ya era la identificación de la leyenda “medio de comunicación controlado por el gobierno ruso” en las salidas de medios como Rt, hoy se extiende a comunicadores y cuentas afines o críticas a la visión occidental. Establecen con ello la agenda detrás del medio, con el ánimo de desacreditar cualquier información que pueda emitir. Ahora, además, se bloquean cuentas en Twitter y Facebook, se bajan videos y canales de Youtube. No se hace esto, sin embargo, a medios o empresas que responden a intereses económicos y políticos, en tanto sean afines a la mirada occidental. No interesa la infodemia en absoluto, o la transparencia, tenemos un arbitraje en redes sociales que es juez y parte en un conflicto más complejo que el que se permite ver.
Algo similar ocurre ahora con nuestro Instituto Nacional Electoral (INE). Una vez que la consulta de Revocación de Mandato se volvió inminente, el INE decidió que cualquier promoción del ejercicio debía ser monopolizado, al más puro estilo estalinista. Nadie puede hablar de ello porque viola la veda electoral. Corrijo: la oposición sí puede hacerlo para desanimar la participación, sin sanción alguna, y consejeros como Ciro Murayama lo pueden hacer también alegremente en medio de un foro de grupos políticos de oposición. Es hasta simpático ver a Lorenzo Córdova decir en un video: “hey, involúcrate y participa” en medio del contexto de normas a la carta que derivan en el descrédito y desdén hacia la Revocación de Mandato.
Se veía venir, pero nadie lo frenó. Cuando el INE estableció que era lo mismo promover la consulta que orientar el sentido del voto y se posicionó como adversario político del proyecto que encabeza AMLO y al propio ejercicio democrático, pocos acusaron la aberración. Derivado de esto, un ejercicio que debería tener como espejo una amplia deliberación pública, se está dando con una camisa de fuerza y el detalle adicional de que una de las partes sí se escucha fuerte y clara: aquella a la que se encuentra alineada el árbitro electoral. Nuestro juez y parte.
Para variar, en este escenario la mayor afectada en sus derechos es la gente, pero difícilmente el INE, las plataformas de redes sociales, o cualquier poder que no rinda cuentas, se moverán de lugar si no se alza la voz.
POR AZUL ALZAGA
PERIODISTA
@AZULALZAGA
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