MALOS MODOS

¡Viva el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles!

¿Que no había agua en los baños? Pues no. Pero ese detallito hizo aflorar nuestra solidaridad

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Ya lo dijo una mente de a de veras, una con muchos vuelos: lo que les arde es que el nuevo aeropuerto sea un reflejo fiel de lo que somos; que, onda película de Jorge Negrete, ahí nos encontremos con nuestra esencia, nuestra mexicanidad profunda, y lloremos de emoción cuando nuevamente nos manchamos las manos con un taquito, lejos de la vida fifí que nos alejó de Cristo, de regreso entre nuestros hermanos de clase, que, de nuevo, nuestro Presidente nos haya puesto ante el espejo, con anafres y lonas en el piso.

Estuve en la inauguración y puedo decírselos. Hubo, claro, que el mariachi, que el baile regional. Muy colorido. ¿Que no había agua en los baños? Pero ese detallito hizo aflorar nuestra solidaridad. Así que, pinches conservadores individualistas, enseguida apareció la mano generosa que te ofrecía que el gel antibacterial para quitarte de las manos el panquecito que nos dieron a la entrada en bolsa de plástico (muy mexicano también, lo de agradecer con panes su presencia al pueblo bueno), que la toallita clorada para el asiento de la fritanga. 

Nuestro Presidente tuvo que hacer un esfuerzo para cuidar la investidura y no entrarle a dentelladas gozosas, populares, a una de esas delicias. Yo sí traté de comprarme una, pero había mucha cola, así que me fui a una tienda del aeropuerto. 

Confieso que me estresó un poco que me dieran el vasito de atole sin guantes, por aquello de la falta de agua en los baños, pero: ¿cómo creen que comen todos los días el obrero en un puesto del Metro, el albañil en la obra? El AIFA, recuerden, es lo que somos, pero también lo que aspiramos a ser. Me tomé el atole y de paso compré papel de baño.

Lamento dos cosas. Una es que ese compañero de la prensa se haya perdido esa fiesta popular. Cuando salimos, seguía pasmado en un cruce de caminos, sin encontrar la ruta, y, por añadidura, con una ostensible incomodidad: como que el calzón luchaba por retacarse en el centro, atrás, ya saben.

Lo otro que lamento es que Epigmenio se haya caído. No por la caída: irse de espaldas a mayor gloria del Líder es un honor. Lo lamento porque pudo demostrarnos, otra vez, que aparte de un creador sublime, de esos que hace que se te infle el pecho, es un guerrero, un ninja de la izquierda. Si le hubieran dado tiempo, hubiera reaccionado con naturaleza felina, incorporándose con la velocidad del rayo, onda animación japonesa, listo para pelear al tiempo que empuñaba la cámara. Pero este pueblo apapachador, muerto de ganas de que estemos juntos, gracias al Presidente, se precipitó a ayudarlo y quedó la impresión, injustísima, de que se puso un súper madrazo y punto. Nuestro Tlatoani, amante de las expresiones vintage, pudo gritar: “¡Azotó la res!”. En fin, que fue un buen día. ¡Viva el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles!

POR JULIO PATÁN
COLUMNISTA
@JULIOPATAN09

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