La ilegitimidad de este ensayo democrático radica fundamentalmente en el convocante de este ejercicio. Es el propio Poder Ejecutivo, poseedor todavía de un alto grado de popularidad quien impulsa el instrumento revocatorio.
Quizá un ejemplo serio de una prueba electoral de esta naturaleza la encontremos en el referéndum lanzado en Francia por Charles de Gaulle en 1969, donde fue derrotado y terminó su carrera política. Pero en el caso mexicano, no existe ninguna crisis de gobernabilidad, ni exigencia opositora para que el primer mandatario dimita.
Se trata de una maniobra política destinada a probar la eficacia de la maquinaria electoral morenista con vistas a la elección presidencial de 2024.
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En este sentido, la legislación electoral aprobada por Morena y aliados con respecto a las limitaciones propagandísticas para la Revocación de Mandato estorba de manera significativa a los mecanismos de movilización del partido oficial y sus técnicas corporativas.
Se quejan de una legalidad que aceptaron, pero no pueden cumplir en la práctica.
Por ello el enojo y la descalificación al Instituto Nacional Electoral (INE), y específicamente a Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, quienes han enfrentado de manera directa las falsas acusaciones de querer sabotear el experimento revocatorio.
La falta de recursos económicos suficientes para instalar las casillas que la ley demanda, es el argumento perfecto para poder culpar al órgano electoral de la baja participación que se espera para la jornada del 10 de abril.
Y es que el resultado de este juego es predecible.
Una votación abrumadoramente mayoritaria en favor de que Andrés Manuel López Obrador continúe, pero una pobre presencia ciudadana en las urnas que demostrará el desinterés de la población en general por el tema, en el momento en que el alza de precios y la inseguridad son aquello que afecta en forma directa la vida cotidiana de los mexicanos.
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Es por ello que para la oposición la estrategia más efectiva apunta a la convocatoria a no participar en el referéndum revocatorio, en la medida en que queda claro que, en este momento y en estas condiciones, es imposible vencer a un Presidente en una contienda directa donde el sí o el no son las únicas respuestas posibles.
Lograr el menor número de votos en las urnas será la demostración de la incapacidad del gobierno para operar una elección que le es trascendental.
Todo el resto es distraerse del tema.
POR EZRA SHABOT
EZSHABOT@YAHOO.COM.MX
@EZSHABOT
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