Tres en Raya

Dos comediantes; uno de profesión, otro por naturaleza

Queremos en la Presidencia a quien sepa en qué momento reír y en qué momento actuar como el líder que nuestra nación requiere

Dos comediantes; uno de profesión, otro por naturaleza
Verónica Malo Guzmán / Tres en Raya / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

El presidente de Ucrania empezó siendo un comediante; su voz encarnó al osito Paddington en la traducción de dicha película del inglés al ucraniano. Su programa de televisión se convirtió en la plataforma de su partido político. Ganó las elecciones en 2019, pero con muchas dudas de una buena parte de la población sobre cómo se desempeñaría.

Se esperaban gracejadas y payasadas, pero encontraron un estratega y un líder. No ha renegado de su pasado, sino más bien ha utilizado ciertas herramientas de sus orígenes como comediante para ayudarlo en su hoy complicada tarea.

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No está peleado con los medios o las redes sociales. No abusa de ellas, ni procura estar todo el día en las mismas. Pero cuando lo hace, su comunicación es impecable y, lo principal, basada en una realidad cruda y brutal.

A la sugerencia de Estados Unidos de rescatarlo y sacarlo de Ucrania, respondió: “yo me quedo; requerimos armas, no un aventón”. No solo se le ve vestido como soldado, se le aprecia entre barracas y insuflando de valor a sus compatriotas.

En el caso de su esposa, viral se volvió su respuesta de que ella no podía llorar y que se quedaba en Ucrania con su marido, sus hijos y los ucranianos, mismo a sabiendas de que Putin nombró enemigo número uno a su esposo y a ella y su familia como el enemigo público número dos de Rusia.

Volodímir Zelenski, abogado, comediante y presidente, tiene claro que hay momentos para reír y otros para llorar o al menos para guardar silencio. Entiende que hay situaciones en las que se agradece el comentario jocoso, que nos puede arrancar una sonrisa, y cuáles ameritan comportarse como el líder que requiere una nación.

Andrés Manuel López Obrador, politólogo, escritor y presidente se mofa de todo y de todos. Ha convertido la mañanera, increíble maravillosa herramienta de comunicación, en el medio para hacer comentarios jocosos o acompañar de franca risa momentos que deberían ser tratados de otra forma.

Desde el “detente” en contra del COVID, hasta cuando se rió —espero haya sido risa nerviosa—al señalar que ya no había masacres en México. Pero esa risa no puede ocultar las 62 masacres del 2021, ni las más de 63 mil personas desplazadas de sus hogares por la violencia en los tres primeros años de su gobierno.

Su burla se convierte en tragedia cuando el país está profundamente herido dada la violencia por la cual siguen sacrificándose mexicanos sin ninguna razón. No hay una guerra militar que requiera defender a la patria, pero más de 100,000 personas han sido asesinadas por una guerra intestina no aceptada y que no entiende de abrazos.

Su risa se vuelve cínica cuando los muertos por COVID se deben en una buena parte a una pésima política pública implementada por un ex científico.

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El desparpajo se vuelve sorna cuando se pide que se envíe una “guajolota” a la embajadora de Ucrania. Si la comunicación de la embajada fue mala, el presidente no debía perder el respeto a su propia investidura ni faltárselo a la diplomática de un país que está siendo invadido por Rusia.

Cierto, en México nos burlamos de todo, aun de la muerte. Pero nunca de los muertos, ni de sus deudos. Señalamos y nos burlamos de los yerros, pifias y errores, sean propios o ajenos (y muy especialmente si los cometen las autoridades), pero queremos en la Presidencia a quien sepa en qué momento reír y en qué momento actuar como el líder que nuestra nación requiere. AMLO ha vuelto una comedia lo que debería ser el ejercicio de gobierno.

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN

VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM

@MALOGUZMANVERO

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