Como señal de que la colaboración entre Estados Unidos y México es mejor de lo que parece, el gobierno mexicano anunció que el estadounidense aceptó el envío de 23 agentes para indagar y combatir el tráfico de armas.
El tema es de reciprocidad. Después de todo, diversas agencias policiales estadounidenses mantienen una presencia importante en México con la misión declarada de enfrentar el tráfico de drogas y vigilar el de personas.
Algunas versiones los colocan incluso, aunque sin confirmación oficial, en el centro de algunas de las más exitosas operaciones antidroga en México. Salvo una sorpresa, el envío de agentes a territorio estadounidense tendrá un impacto relativo en el problema. Pero es innegable que tiene un alto valor simbólico y es, sobre todo, un buen punto político.
Después de todo, como dijo el canciller Marcelo Ebrard a una reunión de Morena, “ahora tendremos nosotros también agentes en Estados Unidos para el tema que nos ocupa, que son armas principalmente”.
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La medida puede ser ubicada en el marco del "Entendimiento Bicentenario", que reemplaza a la Iniciativa Mérida, como regla de la cooperación bilateral en materia de seguridad.
De creer al análisis de la Cancillería, se trata de un "cambio de enfoque", porque tiene metas y objetivos de cooperación "claros y accionables" para atender dos aspectos: el problema de drogas como una cuestión de salud pública, "y no desde una visión puramente punitiva", y utilizar "más inteligencia que fuerza" para enfrentar al crimen organizado.
El entendimiento "ahonda el compromiso de ambas naciones en reconocer al crimen organizado como un problema conjunto que debe atenderse de manera binacional, respetando siempre la soberanía de ambos países".
Suena bien, aunque a pesar de lo que se diga, parece más bien una ampliación y una precisión con base en las experiencias de la Iniciativa Mérida, que de alguna forma gobernó las relaciones de seguridad de 2008 a 2018.
Está por verse lo que puedan hacer los 23 agentes mexicanos, con qué recursos se puedan mover y cuál sea la colaboración de las agencias policiales estadounidenses, en especial las estatales o municipales, que a veces no cooperan, ni siquiera con las policías federales de su país.
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Es innegable que es un buen arreglo político para los dos gobiernos y una fórmula que ampara, por principio de correspondencia, la permanencia de representantes policiales estadounidenses en México.
La realidad es que los dos países están obligados a buscar fórmulas de trabajar juntos, en economía, salud, y muy en especial temas de seguridad.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
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