Los mercados financieros serán clave en la transición a una economía baja en carbono, ya que las instituciones financieras tienen la posibilidad de movilizar recursos hacia actividades sostenibles. Para ello, deben ser resilientes y estar preparadas para enfrentar riesgos.
El cambio climático afecta las economías y sus sistemas financieros en al menos dos formas. Primero, lo hace a través de los eventos climáticos, que cada vez son más frecuentes y severos. Segundo, a través de los ajustes necesarios en las políticas públicas o en las preferencias de la población para alcanzar un entorno de bajas emisiones; dichos ajustes podrían impactar diferentemente sectores o países. Así, el cambio climático representa riesgos para el sistema financiero; pero este, a su vez, puede ser clave en su mitigación, pues integra la información y el análisis sobre oportunidades y riesgos, lo cual fomenta la movilización de recursos hacia actividades sostenibles.
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Los riesgos asociados al clima, generalmente excluidos en las decisiones de los intermediarios financieros, tienen características muy particulares que los hacen difíciles de medir y de pronosticar. Tradicionalmente, las instituciones financieras miden sus riesgos basándose en información histórica. Sin embargo, con el cambio climático, el pasado es menos fiable para pronosticar el futuro. Además, los efectos pueden cambiar abrupta y súbitamente. Por ello, es importante que en el sistema financiero identifiquemos cómo podemos estar mejor preparados para medir y mitigar estos riesgos, utilizando nuevas herramientas de análisis. Esta tarea es titánica, pero los recursos invertidos en ella serán clave para que el sistema se mantenga resiliente.
Además, los mercados financieros serán cruciales para canalizar los recursos necesarios para impulsar una transición y adaptación a un entorno de bajas emisiones. Es necesario financiar acciones para la mitigación, porque se requieren inversiones a gran escala para reducir significativamente las emisiones. También es necesario financiar acciones para la adaptación, ya que se necesitan recursos financieros para enfrentar los efectos adversos y reducir los impactos de un clima cambiante. De hecho, ya han surgido diversas iniciativas dentro del sector financiero para impulsar y acelerar las acciones para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, como el GFANZ (Glasgow Financial Alliance for Net Zero). Sin embargo, aterrizar planes y propuestas en acciones concretas será indispensable para realmente alcanzarlos.
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Los mercados financieros son sólo un jugador más en la transición hacia una economía baja en carbono. Las acciones conjuntas de mercados, empresas, gobiernos, y consumidores serán esenciales para la solución de la crisis climática.
POR CLAUDIA RAMÍREZ BULOS
MAESTRA EN ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y DESARROLLO INTERNACIONAL POR LA UNIVERSIDAD DE HARVARD. ESPECIALISTA FINANCIERA EN EL BANCO DE MÉXICO
@CLAUDIA29RB
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